Cierto día, un docto varón ilustrado en la leyes y la filosofía, se presentó en la ranchada para, dijo él, buscar el origen de la pobreza.
Se sentó con nosotros; tomó mate, comió guisos y faldas, fumó porro y tomó vino. Nos acompañó al semáforo a buscar la moneda. Fue hasta la villa a ver como vendíamos el cartón, se sentó con nosotros en los comedores y en las filas de la panaderías para buscar el pan.
Un día se puso a hablar del mundo de la gente de bien. Habló de Izquierda y Derecha. Citó a Kant, Heidegger, al Ser y el tiempo, a Marx. Dijo: mercancía, plusvalía, distribución de la riqueza.
El docto varón
Buscaba el origen de la pobreza
Y lo buscaba de manera pobre
Y no se daba cuenta de la pobreza
Que había en sus pobres argumentos.
Chauchesco, que hasta ahora, no había hablado, solo lo había escuchado le preguntó:
(Antes tomó un trago de vino)
Mijo
Esas ideas, de las que habla, son realizables?
El docto varón respondió que sí, sin dudar
Y, ¿por qué no se realizan? Replicó Chauchesco
El docto varón se quedó pensado
Porque no son realizables, dijo Chauchesco empinando la caja de Termidor.
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