Estuve más de un año
Sin hablar con mi madre.
Cuando la cobardía y el resentimiento
Me permitieron levantar el teléfono
Y llamarla, lo primero que dijo fue:
"Que lindo escuchar tu voz."
Mi prontuario de maldad
No habla de lastimar con golpes o gritos
Todo lo contrario.
Aprendí a castigar con silencio e indiferencia
Aprendí a alejarme de la gente
De los sentimientos
Porque sentir no era mi fuerte.
Y ahora pago el precio
De los castigos pasados
Pago el precio de viejas cobardías
Y resentimientos
Pago el precio por no entender
A los demás
De creer que mi dolor solo importaba.
Es tan caro el precio
Que ya no puedo decirle:
Que lindo escuchar tu voz.
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