Homero Manzi
La Perito Moreno
Boedo y Parque Patricios.
Las avenidas del tango
Y del rock
Se cruzan en este cuerpo
Que fatiga
Calles, barrios
Tranzas y soledad.
Duermo en un contenedor
Afuera de la Maternidad Sardá;
La maternidad que me vió nacer
Y la que me ve morir.
Un tango de Discepolo
Es cantado por un cartonero
Que cuenta billetes
Luego de un día de trabajo.
Aníbal Troilo y
Federico Moura,
Edmundo Rivero y
Luca Prodan,
Goyeneche, Julio Sosa
Y el Indio Solari
Caminan por estos adoquines, junto
A los mercaderes de la muerte
Con sus bolsas de papuza
Para inhalar o fumar.
Ciudad de gargantas
Con arena blanca
Almas consumiéndose
En las pipas;
Busco Amancio Alcorta
Para ir a Zabaleta
Y cargar mi pipa
Para consumirme.
El tango que bailamos
El poema que escribimos
Las noches de excesos
Y los amores prohibidos.
La sonrisa de la muerte
Me acompaña en cada
Esquina y en cada maniobra.
Hace mucho tiempo fue el tango
Ayer el rock
Y ahora camino las calles
Buscando versos
Y vistiendo trajes dignos
De poetas callejeros.
Déjenme escribir el próximo poema
Que las noches de dolor
Fueron muchas.
Quiero llegar a la vejez
Sintiéndome digno de ella;
Y que en el ocaso de mis días
Vuelva ese tango que dice: "Después que importa del después
toda mi vida es el ayer
que me detiene en el pasado.
Eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado
como un pájaro sin luz."
jueves, 24 de octubre de 2019
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