Algunos manguean para fumar
Otros para escabiar
Otros para ir a la villa
Otros para no robar.
Hay una señora
Sin nombre ni cara
Que manguea para tomar mate.
Ya se acabó el paquete de cuarto
Que da Cáritas. Entonces, ella, ahí
Al lado de su changuito
De supermercado
Con sus pertenencias terrenales
Con el termito de Taraguí y el mate
Pide monedas para un cuartito de yerba.
Un cuartito de yerba
Y el café de la esquina
Que le habilita el agua caliente.
Así se desgastan, se queman, se arrastran
Los días hacia el abismo del olvido.
Ella, ahí, purgando sus culpas
Hablando con Dios
Aunque parezca que esté hablando sola.
Contándole sus razones
Por las que está en la calle
Y no se arrepiente.
No se arrepiente de manguear para la yerba
De vivir en un carrito de supermercado
De matear todo el día
De levantarse temprano
Y recogerse a la oración
De hablar todos los días con Dios
Aunque parezca que esté hablando sola.
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