Tuve un profesor de ética
Que siempre
andaba
Con una balanza en el bolsillo.
Cierto día la perdió
En un allanamiento
Pero eso no le dificultó
Seguir con sus enseñanzas.
Mientras caminábamos
Yo le pasaba la plata.
Si había una verdulería cerca colábamos.
Pedía permiso para pesar
Y tiraba el pedazo: 25 gramos.
Daba las gracias
Y a mí el pedazo.
Sabía con quien se tenía que copar
Y con quien no.
Un hombre justo, como Job.
De vez en cuando lo veo
Hablando solo
Y a contramano con su moto
Por las calles. Cada vez más
La piel se le va pegando a los huesos.
Yo también he visto
A las mejores mentes de mi generación
Destruidas por el hambre y la locura.
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