Cierro la puerta
Y dejo a la luna con su sonrisa llena
Y a las estrellas
Que también le dan título a esa novela
Que habla de despedidas
Entre hija y madre
Que son todas las madres
Y todas las hijas
Y a los hijos también.
Cierro la puerta
De esta casa que construí con mi padre
Luego de que mamá
Se volviera luz de estrellas.
Y aunque mi vuelta a Ítaca
Fue para dedicarme a una vida
De servicio y enmienda;
Los fantasmas
De mis malas acciones pasadas
Aun se hacen presentes.
Son como cicatrices
Y dolores en los huesos
Y en el espíritu
Que de vez en cuando se hacen sentir
De acuerdo al sol, la luna
Las estrellas, las mareas.
Esta es la razón de la escritura
De la purga de mis crímenes
De los crímenes de mis bisabuelos
Que no pagaron
Del ultraje de la carne inocente
Que mi abuelo borracho nunca se enteró
El lamento de la sangre toba y guaraní
La interrupción de dos vidas
Que me dieron mis nombres
Y que es la carga
Que llevaré hasta el epitafio
La razón de mi enfermedad
Por la cual mi madre no me dio el pecho
Y se convirtió en sed voraz
Y que ningún alcaloide pudo aplacar.
A los pies del sepulcro de mi padre
Hay un árbol viejo
De costra dura, rugosa
Como la sabiduría.
En invierno no tiene hojas.
En verano su copa es poblada
Las urracas y los loros
Tejen sus cantos
Con el arrullo de las palomas.
Es un lindo espacio
Para asentar un banquito ahí
Y disfrutar de la lectura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario