Saltamos por la reja y cruzamos la vía electrificada. Es de noche y los contenedores descansan bajo la pálida luz de la luna. El tren de pasajeros pasa para Saldías. La 31 ya está cerca. Entramos por uno de los laterales de la villa. Un hueco entre las construcciones todas pegadas unas con otros. El pasillo es oscuro, por momentos asfixiante. A pocos metros se abre otro pasillo más grande, el pasillo que lleva para el Barrio Chino en donde están los paraguayos.
Doblamos para la izquierda y a poco metros un fisura está pegado a la pared con una 9 milimetros en la mano derecha. Se nota que es un paquero. El pecho se le infla como un fuelle y la 9 hace alusión a la paranoia que está sufriendo.
-¿Todo bien loco?-, dice con el fierro en la mano y la mandíbula apretada.
-Todo bien-, dice el Chaqueno y lo dejamos al pinta pegado a la pared con el pecho por estallar.
En un bar de bolivianos se escucha música boliviana. Una postal de toda villa. Dos agentes de la policía federal uniformados bailan con unas bolivianas borrachas al lado de la rockolla. La villa está activa. Música, falopa y alcohol por todos lados. A medida que nos acercamos a la canchita del Barrio Chino se ven como los pintas vienen de comprar. En un rincón, acovachados, están preparando una pipa con una lata de cerveza. Mientras uno arma la pipa, otros dos fuman cigarrillos y guardan las cenizas en tapitas de gaseosa. Caminamos a nuestras anchas por estos pasillos.
Es fácil darse cuenta donde está la linea. Vamos para allá, dos ya están volviendo con sus bolsas y ya las van abriendo. Llegamos y no hay paraguayos vendiendo, hay un porteño y está duro como el pinta pegado a la pared con el fierro. El Chaqueño le pide 4 mercas, el chanta saca de una bolsa 4 bolsitas atadas con una cinta roja. Es obvio que la merca es de Flores. La cinta roja es para la merca y la cinta negra para la base: el sello de los narcos peruanos de Flores. Lo dejamos mientras más gente llega a comprar. Desde la parte delantera de la villa el sistema de alarma se activa. Alguien vio a la brigada en la villa y dan alerta gritando de cuadra en cuadra. Como si el eco de una voz que viene creciendo metro a metro se escucha:"¡Viene la brigada!"El tranza y lo dos mulos desaparecen instantáneamente.
Decidimos no volver por el mismo camino. Salimos por la parte de atrás del Barrio Chino, por donde están los chatarreros.
Estamos a salvo, a salvo de la villa y la brigada. Vamos hacia las vías y viene un tren de pasajeros desde Saldías. Los contenedores siguen descansando; descansando bajo la pálida luz de luna. Una estrella fugaz cruza el cielo de Retiro mientras abrimos una bolsa. Pienso en pedir un deseo, pero nuestros deseos no están en el cielo, están en estas pequeñas bolsas.
viernes, 9 de noviembre de 2018
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