domingo, 20 de enero de 2019

Las lunas que rodaron sobre mí
El adiós sobre la plataforma
Del tren
El llanto desgarrador
De mi corazón que no dispone
De un lenguaje
La savia de aquellos poemas
De la infancia que esperan escribirse.

Si el destino se hace al andar
O si el destino solo es andar
Es una de las cosas que me pregunto.

La soledad acaricia mi espalda
Sobre este muelle de maderas
Viejas, como el tiempo mismo.

Sigo tomando notas sobre las noches
Sobre la felicidad efímera
Sobre la utilidad de la muerte
Sobre este río perenne que me atraviesa
Y que siempre amenaza desbordarse.

Me miro en el espejo de agua
Una hoja cae sobre mi rostro reflejado
Los círculos se mueven de adentro
Hacia afuera.

Voy dejando el lago
Y el crujir de las maderas cansinas.

Otra vez me espera este portal
Con su herrajes herrumbrados
Por la melancolía:
El tiempo todo lo herrumbra;
El tiempo me ha herrumbrado
Y veo mi propio reflejo
Sobre el viejo hierro deteriorado,
En las desnudas ramas de los arboles
Que me saludan con sus brazos abiertos
Con sus tristes sonrisas de otoño.

Ya no rodarán mas lunas sobre mí
Voy a la plataforma a tomar el
Último tren.
Mi corazón está en paz.

Si la muerte me absuelve
Quiero volver a ser niño en esta
Estancia de color blanco y negro.

Quiero caminar y buscar versos
Quiero disponer de un lenguaje silencioso
Quiero un destino que no haya
Andado nunca.

Quiero
Ya
Finalmente
Dejar
De
Querer;
De
Poseer.

Solo
Eso.





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