Que vivan
Los que nos criamos con pan casero
Y mate cosido.
Que viva la canchita
Y los barriletes después de la escuela.
Que vivan
Los que comimos asado
En todo régimen político
Ya sea laburando
O mangueando en los semáforos.
Que vivan los que nos fuimos de casa
Y volvimos con canas
Callos en las manos
El hígado resentido
El sistema nervioso deteriorado
Y una ansiedad voraz.
Que vivan los que no van a votar
Porque de ellos es el reino de la verdad:
No creen en santurrones
Couchs ontológicos, psicólogos o psiquiatras.
Que vivan los que aprenden escuchando al Otro
Sin poner prejuicios o etiquetas.
Que vivan los que fuimos bautizados
En un fuentón de plástico
Y usamos pañales de tela
Y nos crió la abuela
Mientras la vieja viajaba por el país
Buscando ese mango que nos hacía morfar.
Que vivan los que esquivamos balas y puñaladas
En la Noche Oscura del Alma
Buscando esa dosis que purgara
Toda la violencia política, psicológica
Y cultural que nos heredaron en el cuerpo.
Que vivan los que escriben
Aunque nadie se los pida. Los que escriben
Por placer o dolor
En los bares y cafés
En la soledad de la noche de una casa
U hospital velando
Por un enfermo o un moribundo.
Que vivan los que me salvan la vida
Todos los días escuchándome
Y acompañándome en esta aventura llamada vida.
Que vivan estas palabras;
Que vivan
Y que digan todo lo que mi silencio
No me deja decir.
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