Cargué los últimos troncos gruesos
En el contenedor
Que reposaba en el monte
En el que busco leña.
Había llovido toda la mañana
Y siendo mediodía
El hambre me recordaba
Que yo era un hombre.
Como ese esclavo ciego
Que acompañaba a Marco Aurelio
Por la calles de Roma
Y cuando el fervor de la multitud
Engrandecían su nombre
El esclavo se acercaba a su hombro
Y le decía: "Solo eres un hombre".
De repente paró de llover
Y sentí que la lira se tensaba
En algún lugar del monte:
El poema estaba refugiado
Como presa acechada por el depredador.
Llamé a la empresa para que buscasen
El contenedor con la leña.
Cuando dejé el monte
La lluvia volvió a desatarse.
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