Agita la copa de los árboles
Y deja caer algunas hojas
Y algo de savia
Sobre los rapitenderos
Que se autoprecarizan
Por los cerebros mal alimentados
Que cada vez se mueven menos.
El viento del diablo sonríe
En la tarde lacónica
Que se deja llevar
Al abismo de la muerte
Por todos los puntos de fuga
Que la realidad ofrece.
El recuerdo del fortín en la plaza
El nombre de los próceres
En las calles:
Esos patriotas que disfrazaron
Su virtud de sanguinarios
Con ideales Humanistas.
Y este viento del diablo
Esta sonrisa
Estas calles que sepultan
Los cadáveres de indios sin orejas;
Que todavía siguen reclamando justicia
A través de este viento.
Un niño wichi muere de hambre
Sobre este mismo territorio:
La política es el disfraz
De los sanguinarios.
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