miércoles, 22 de enero de 2020

Quise esconder mi dolor
En donde se esconde la luna
Pero no había lugar para mi dolor
Mi dolor era más grande que ella.

Quise esconderlo
En todas las calles agrestes, vacías, sucias
Pero siempre se las arregló
Para hacerse ver, hasta llegó
A los medios nacionales.

Traté de ahogarlo
Con mil millones de litros
De alcohol
Pero cada vez se volvía mas fuerte.

Cambié de estrategia
Y quise encerrarlo
En espejos desgarrados
Con cocaína. Al principio resultó
Pero los barrotes blancos
Cada vez eran más grandes y pesados
Mi cuerpo no lo soportaba
Hasta que finalmente huyó.

Probé quemarlo en las pipas de pasta base
Y lo único que quemé fueron
10.000 pipas y 10.000 piedras de dolor.

Pastillas, porro paraguayo, floripondio
Pegamento y todo lo que contenga tolueno
Escopolamina, atropina y carmabazepina:
Nada funcionó.

Como último intento probé con la poesía:
Funcionó.

Y funcionó porque no debía esconderlo
Ni negarlo; solo darle voz, palabras
Y tinta para que escriba lo que fue para él
Todo este tiempo.

Mi dolor ya no necesita esconderse
En donde se esconde la luna.
Tranquilamente puede ocupar
El ojo de una aguja.

Y yo estoy tranquilo
Mirando como la luna se esconde
Devorada por el día
En una mañana de enero.




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