viernes, 30 de diciembre de 2016

Las nubes de telgopor

Ría pesada

De metales pesados

El aliento del diablo

Calienta la tierra.



Blanca bahía oxidada

Nubes de algodón oxidadas

Chimeneas que sangran al cielo

Y defecan sobre los pescados



En el extremo de este gran zanjón

Donde se mezclan los asfaltos

Y las lágrimas

De las oxidadas nubes

Siento la estampida

De malones inmortales



Poesía; bella poesía

Que también sangra

Sobre el aliento del diablo

Tierra caliente, ardiente



Y

Dónde queda el anhelo

Dónde queda la esperanza

Entre las furiosas ráfagas

Ráfagas del aliento caliente



Ayer me encontré sumergido

Por momentos de asfixia

Y dejé estos comentarios

Quemarse entre el aliento

Y la mirada del diablo.





Ganadora del único concurso de poesía que se desarrolló en Costa Rica. Esta fue la única vez que se lo vio al poeta en público.








Las nubes de telgopor

Ría pesada
De metales pesados
El aliento del diablo
Calienta la tierra.

Blanca bahía oxidada
Nubes de algodón oxidadas
Chimeneas que sangran al cielo
Y defecan sobre los pescados

En el extremo de este gran zanjón
Donde se mezclan los asfaltos
Y las lágrimas
De las oxidadas nubes
Siento la estampida
De malones inmortales

Poesía; bella poesía
Que también sangra
Sobre el aliento del diablo
Tierra caliente, ardiente

Y
Dónde queda el anhelo
Dónde queda la esperanza
Entre las furiosas ráfagas
Ráfagas del aliento caliente

Ayer me encontré sumergido
Por momentos de asfixia
Y dejé estos comentarios
Quemarse entre el aliento
Y la mirada del diablo.


Ganadora del único concurso de poesía que se desarrolló en Costa Rica. Esta fue la única vez que se lo vio al poeta en público.



miércoles, 28 de diciembre de 2016

El sueño de la presa

   Desde que llegue al barrio, esa casa, me pareció inquietante. Los pibes de la esquina no decían nada cada vez que veíamos pasar al propietario, tan bien inquietamente y un tanto sospechoso, en su camioneta elegante de doble cabina. Todos le esquivaban la mirada menos yo. Las veces que pregunté si alguien le había a dado a esa casa reinaba un silencio absoluto y todos se querían desentender cambiando el tema de conversación o simplemente no hablaban. Insistí tanto que un día me dijeron que me dejara de romper la pelotas, que nadie le daba al viejo de la esquina y listo. Definitivamente algo pasaba con esa casa. No podía ser que en una esquina donde se jactaban de altos delincuentes, salideras, escruchantes y extorsionadores le tuvieran miedo a este viejo. Y en efecto era miedo lo que irradiaba este viejo con su alta camioneta y su lujosa casa sin rejas, alarmas o algún sistema de seguridad. Era miedo y no respeto.

   Llegué a la esquina como todas las noches. Me pareció raro no encontrar a nadie. Había tenido un día productivo vendiendo oro y justo había encontrado al tranza cortando un lote de alita de mosca. Así que me hice de 10 gramos de alita sin cortes que te rompan la nariz. Luego del cuarto virulazo quedé totalmente atrapado en la lúgubre esquina. Paranoico, transpirado y mandibuleando me preguntaba como es que no llegaba nadie para rescatarme.

   Luego de una hora pude bajar. Un par de cervezas no le vendrían mal a este torturado cuerpo y pude disfrutar de la bebida hasta que lo vi al viejo llegar. Nos cruzamos las miradas; la de el serena, la mía llena de malicia. Espere a que guardara la camioneta. Dejé pasar unos minutos. Cargué media moneda de alita y tras llevarla a mi nariz luego de la violenta aspiración, dejé que goteara en mi garganta hasta alcanzar el punto justo de dureza. Tras limpiarme la nariz me dirigí a la inviolable casa.

   Regalada, pensé al ir llegando. Sin rejas, alarmas, sin perros, nada. Pasé derecho al patio y fue tal la indignación que me lleve al encontrar la puerta sin llave. Esta casa iba en contra de la ética criminal. Al entrar por la cocina supuse que el viejo estaría en la planta alta o quizás en el living. Mi mirada iba barriendo con todos los objetos visibles poniéndole precio e imaginándome el efectivo que tendría este viejo acobachado por ahí. Llegué hasta una sala enorme con una alfombra también enorme con el dibujo de un tigre en el medio. Me paré en medio de la alfombra para mirar al tigre y creí estar en uno de esos sueños en que siente el vértigo de estar cayendo o que desaparezca el suelo. Pero no estaba en un sueño, el piso se había abierto y yo caí en un trampa, un calabozo oscuro debajo de la casa del inquietante viejo. En ese momento comprendí todo. La mirada de las pibes, el silencio, el miedo; todo se me pasó por la mente en ese momento.

  A oscuras solamente pude sentir un olor putrefacto, como a perro muerto. El escalofrío me desgarró todo el sistema nervioso. Lentamente se fue prendiendo una luz; lentamente pude ver que el olor putrefacto provenía de unas cuantas osamentas, y no eran de perros; eran osamentas humanas, entonces supe que estaba condenado y cual sería mi final. De la parte inferior de las paredes laterales se abrieron unas rendijas y de estas comenzaron a salir un centenar de serpientes que irradiaban su ponzoña desde sus minúsculos ojos de alfiler. Podía ver como se deslizaban por los huesos de los desgraciados que encontraron la muerte en el calabozo del viejo. Las serpientes que pasaban por los cuencos oculares vacíos de los cráneos parecían darles vida. El final era inminente. Como pude me resguarde en el poco espacio que quedaba. La pared que quedaba libre comenzó a aclararse hasta que su transparencia me dejó ver que el viejo se encontraba del otro sentado con una bebida en su mano y la serenidad en su mirada totalmente templada. Sentí muchas agujas calientes en mis piernas. Sentí el calor recorrer mi cuerpo. Lo miré al viejo mientras disfrutaba su bebida. Pude ver mis extremidades infladas como un globo de color violeta. Luego perdí la conciencia.





Uno de los tantos experimentos del poeta. Escrito en cuero de chancho, estos manuscritos fueron descubiertos veinte años después en la caja de seguridad de un banco tailandes.









 

 

El sueño de la presa

   Desde que llegue al barrio, esa casa, me pareció inquietante. Los pibes de la esquina no decían nada cada vez que veíamos pasar al propietario, tan bien inquietamente y un tanto sospechoso, en su camioneta elegante de doble cabina. Todos le esquivaban la mirada menos yo. Las veces que pregunté si alguien le había a dado a esa casa reinaba un silencio absoluto y todos se querían desentender cambiando el tema de conversación o simplemente no hablaban. Insistí tanto que un día me dijeron que me dejara de romper la pelotas, que nadie le daba al viejo de la esquina y listo. Definitivamente algo pasaba con esa casa. No podía ser que en una esquina donde se jactaban de altos delincuentes, salideras, escruchantes y extorsionadores le tuvieran miedo a este viejo. Y en efecto era miedo lo que irradiaba este viejo con su alta camioneta y su lujosa casa sin rejas, alarmas o algún sistema de seguridad. Era miedo y no respeto.
   Llegué a la esquina como todas las noches. Me pareció raro no encontrar a nadie. Había tenido un día productivo vendiendo oro y justo había encontrado al tranza cortando un lote de alita de mosca. Así que me hice de 10 gramos de alita sin cortes que te rompan la nariz. Luego del cuarto virulazo quedé totalmente atrapado en la lúgubre esquina. Paranoico, transpirado y mandibuleando me preguntaba como es que no llegaba nadie para rescatarme.
   Luego de una hora pude bajar. Un par de cervezas no le vendrían mal a este torturado cuerpo y pude disfrutar de la bebida hasta que lo vi al viejo llegar. Nos cruzamos las miradas; la de el serena, la mía llena de malicia. Espere a que guardara la camioneta. Dejé pasar unos minutos. Cargué media moneda de alita y tras llevarla a mi nariz luego de la violenta aspiración, dejé que goteara en mi garganta hasta alcanzar el punto justo de dureza. Tras limpiarme la nariz me dirigí a la inviolable casa.
   Regalada, pensé al ir llegando. Sin rejas, alarmas, sin perros, nada. Pasé derecho al patio y fue tal la indignación que me lleve al encontrar la puerta sin llave. Esta casa iba en contra de la ética criminal. Al entrar por la cocina supuse que el viejo estaría en la planta alta o quizás en el living. Mi mirada iba barriendo con todos los objetos visibles poniéndole precio e imaginándome el efectivo que tendría este viejo acobachado por ahí. Llegué hasta una sala enorme con una alfombra también enorme con el dibujo de un tigre en el medio. Me paré en medio de la alfombra para mirar al tigre y creí estar en uno de esos sueños en que siente el vértigo de estar cayendo o que desaparezca el suelo. Pero no estaba en un sueño, el piso se había abierto y yo caí en un trampa, un calabozo oscuro debajo de la casa del inquietante viejo. En ese momento comprendí todo. La mirada de las pibes, el silencio, el miedo; todo se me pasó por la mente en ese momento.
  A oscuras solamente pude sentir un olor putrefacto, como a perro muerto. El escalofrío me desgarró todo el sistema nervioso. Lentamente se fue prendiendo una luz; lentamente pude ver que el olor putrefacto provenía de unas cuantas osamentas, y no eran de perros; eran osamentas humanas, entonces supe que estaba condenado y cual sería mi final. De la parte inferior de las paredes laterales se abrieron unas rendijas y de estas comenzaron a salir un centenar de serpientes que irradiaban su ponzoña desde sus minúsculos ojos de alfiler. Podía ver como se deslizaban por los huesos de los desgraciados que encontraron la muerte en el calabozo del viejo. Las serpientes que pasaban por los cuencos oculares vacíos de los cráneos parecían darles vida. El final era inminente. Como pude me resguarde en el poco espacio que quedaba. La pared que quedaba libre comenzó a aclararse hasta que su transparencia me dejó ver que el viejo se encontraba del otro sentado con una bebida en su mano y la serenidad en su mirada totalmente templada. Sentí muchas agujas calientes en mis piernas. Sentí el calor recorrer mi cuerpo. Lo miré al viejo mientras disfrutaba su bebida. Pude ver mis extremidades infladas como un globo de color violeta. Luego perdí la conciencia.


Uno de los tantos experimentos del poeta. Escrito en cuero de chancho, estos manuscritos fueron descubiertos veinte años después en la caja de seguridad de un banco tailandes.



 
 

lunes, 26 de diciembre de 2016

Autista con mucho estilo

Y flotaban versos en el aire

Y no sabía qué hacer con ellos



Qué hacer si no sé hablar

Tampoco escribir

Qué hacer con estos versos delicados

que flotan y sonríen

Qué hacer si no sé nada

Nada de nada

Nada de palabras

Nada de lenguajes

Nada de preposiciones o clausulas

Nada de verbos, transitivos o intransitivos

Nada de adjetivaciones o sustantivaciones

Nada de sujetos, predicados, objeto directo  o circunstanciales de lugar

Nada de declinaciones o etimologías

Nada de filología o semiología

Nada de subordinadas

Nada de gramática

Nada de rima, métrica

Nada de prosa

Nada del río eléctrico



No sé nada



Nada de palabras cultas o escritores

Nada de Homero o Virgilio

Nada de García Lorca o Cervantes

El principito o El Quijote

Nada de Mark Twain o Leopoldo Marechal

Huckleberry Finn o Adam Buenosayres

Nada de Willian Faulkner o Borges

Nada de Lugones o Marcel Proust

Nada de Baudelaire o Joyce



Reybufón

No sé nada

Nada de nada



Entonces

Qué hacer con estos versos

que flotan a mi alrededor

Me miran y sonríen

Y me hacen cosquillas

En la punta de mis pies y mi nariz

Se filtran por mi estomago y mis rodillas

Mi espalda y mi garganta

Me arropan y me desgarran

Me hacen llorar y sangrar

Me hacen reír y blasfemar



Qué hacer

Vuelvo a preguntarme



Solo sé lo que siento



Tampoco sé pensar

Nunca supe pensar



Solo tengo a estos versos

Aquí conmigo

Flotan y sonríen

Y me hacen cosquillas







Luego de la muerte del poeta, los manuscritos fueron subastados en diversos remates. Éste en particular no fue adquirido por nadie.












Autista con mucho estilo

Y flotaban versos en el aire
Y no sabía qué hacer con ellos

Qué hacer si no sé hablar
Tampoco escribir
Qué hacer con estos versos delicados
que flotan y sonríen
Qué hacer si no sé nada
Nada de nada
Nada de palabras
Nada de lenguajes
Nada de preposiciones o clausulas
Nada de verbos, transitivos o intransitivos
Nada de adjetivaciones o sustantivaciones
Nada de sujetos, predicados, objeto directo  o circunstanciales de lugar
Nada de declinaciones o etimologías
Nada de filología o semiología
Nada de subordinadas
Nada de gramática
Nada de rima, métrica
Nada de prosa
Nada del río eléctrico

No sé nada

Nada de palabras cultas o escritores
Nada de Homero o Virgilio
Nada de García Lorca o Cervantes
El principito o El Quijote
Nada de Mark Twain o Leopoldo Marechal
Huckleberry Finn o Adam Buenosayres
Nada de Willian Faulkner o Borges
Nada de Lugones o Marcel Proust
Nada de Baudelaire o Joyce

Reybufón
No sé nada
Nada de nada

Entonces
Qué hacer con estos versos
que flotan a mi alrededor
Me miran y sonríen
Y me hacen cosquillas
En la punta de mis pies y mi nariz
Se filtran por mi estomago y mis rodillas
Mi espalda y mi garganta
Me arropan y me desgarran
Me hacen llorar y sangrar
Me hacen reír y blasfemar

Qué hacer
Vuelvo a preguntarme

Solo sé lo que siento

Tampoco sé pensar
Nunca supe pensar

Solo tengo a estos versos
Aquí conmigo
Flotan y sonríen
Y me hacen cosquillas



Luego de la muerte del poeta, los manuscritos fueron subastados en diversos remates. Éste en particular no fue adquirido por nadie.





viernes, 23 de diciembre de 2016

Ausencia

Y ahora

Y ahora, ¿qué?

Dónde buscar

Dónde mirar

Dónde buscar su voz



Cada intento

Cada vez mas estéril

Sin presencia, ausencia

Solo memoria

El espacio donde el tiempo no trascurre



Intento registrar

Quiero registrar

Esos destellos

Esos momentos

Pequeña luz inocente que me visita



Cada movimiento; y no está

Cada sentimiento; dolor

Cada anhelo, se desvanece

Y en la sensación, también

Ausencia, solo ausencia.




Ausencia

Y ahora
Y ahora, ¿qué?
Dónde buscar
Dónde mirar
Dónde buscar su voz

Cada intento
Cada vez mas estéril
Sin presencia, ausencia
Solo memoria
El espacio donde el tiempo no trascurre

Intento registrar
Quiero registrar
Esos destellos
Esos momentos
Pequeña luz inocente que me visita

Cada movimiento; y no está
Cada sentimiento; dolor
Cada anhelo, se desvanece
Y en la sensación, también
Ausencia, solo ausencia.

martes, 20 de diciembre de 2016

Multinacionales

En episodio anecdotario

Regístrese en archivos de la memoria

El recuerdo no se perderá para siempre

Pero para recuperar

Por mas mínimo que sea el recuerdo

Deberá recurrir a experiencias trascendentales

No lo olvide

Pero si lo olvida

Aquí tiene esta pastilla

No es gratis, ni barata

Y lo que pueda llegar a recordar no esta garantizado

No está en el contrato

Si eso ocurre

Consulte en la otra oficina

Y llene estos formularios

El burócrata lo miró y le dijo:

"La eternidad es un engaño de las multinacionales

Para poder lucrar con vos"

Señalo a la pared y le enseñó la frase pintada en la pared

También estaba al pie del contrato

Y el burócrata lo tenia tatuado en la parte interior del antebrazo izquierdo.

Firmó, se despidió con el contrato

Y el frasco de pastillas.

En la esquina ya había olvidado todo

Miró el frasco de pastillas

Y lo arrojó en la alcantarilla













Multinacionales

En episodio anecdotario
Regístrese en archivos de la memoria
El recuerdo no se perderá para siempre
Pero para recuperar
Por mas mínimo que sea el recuerdo
Deberá recurrir a experiencias trascendentales
No lo olvide
Pero si lo olvida
Aquí tiene esta pastilla
No es gratis, ni barata
Y lo que pueda llegar a recordar no esta garantizado
No está en el contrato
Si eso ocurre
Consulte en la otra oficina
Y llene estos formularios
El burócrata lo miró y le dijo:
"La eternidad es un engaño de las multinacionales
Para poder lucrar con vos"
Señalo a la pared y le enseñó la frase pintada en la pared
También estaba al pie del contrato
Y el burócrata lo tenia tatuado en la parte interior del antebrazo izquierdo.
Firmó, se despidió con el contrato
Y el frasco de pastillas.
En la esquina ya había olvidado todo
Miró el frasco de pastillas
Y lo arrojó en la alcantarilla





lunes, 19 de diciembre de 2016

16 de abril de 2009

Estoy volviendo a casa

Estoy cansado

No me he bañado, ni siquiera he comido

Pero soy feliz

Aunque ya no tenga nada

Aunque ya no exista el tiempo

Voy camino a mi hogar

Donde mi padre me espera

Sé que hay comida

Un baño y una cama limpia

Los pies me duelen, al igual que mi espíritu

Pero sé que él me dará otra oportunidad.



Golpéo la puerta

Y un abrazo me dice que estoy de vuelta en casa

Mamá también viene a mi encuentro

¿Cuánto tiempo ha pasado?

Ya no importa



Ya estoy en casa

16 de abril de 2009

Estoy volviendo a casa
Estoy cansado
No me he bañado, ni siquiera he comido
Pero soy feliz
Aunque ya no tenga nada
Aunque ya no exista el tiempo
Voy camino a mi hogar
Donde mi padre me espera
Sé que hay comida
Un baño y una cama limpia
Los pies me duelen, al igual que mi espíritu
Pero sé que él me dará otra oportunidad.

Golpéo la puerta
Y un abrazo me dice que estoy de vuelta en casa
Mamá también viene a mi encuentro
¿Cuánto tiempo ha pasado?
Ya no importa
Ya estoy en casa

Nine Inch Nails

Clavos de nueve pulgadas

Laceran mi carne

Antes de la estocada final

                                         Sonrío.



Quizás desperté, Quizás no

Sin embargo los llevo conmigo

4 clavos oxidados

Con perfume de

                        olivo



Con ellos escribo mis poemas

Son mi confidente

Mi verdadera salvación

                                      Redención



Cuando descanso

Tres los ubico detrás de mi cabeza

Uno lo reservo en mi puño derecho, sobre mi

                                                                       Pecho



He escrito muchos versos con ellos

También he matado

A veces para defenderme

Otras por              

               Diversión



Así que espero la llamada

Creo que mi padre me ha abandonado

Mi heridas no dejan de sangrar

Voy divisando una morada para

                                                  Descansar









Hasta el día de la fecha el manuscrito conserva una tenue fragancia a olivo.

       

                     

                                       


Nine Inch Nails

Clavos de nueve pulgadas
Laceran mi carne
Antes de la estocada final
                                         Sonrío.

Quizás desperté, Quizás no
Sin embargo los llevo conmigo
4 clavos oxidados
Con perfume de
                        olivo

Con ellos escribo mis poemas
Son mi confidente
Mi verdadera salvación
                                      Redención

Cuando descanso
Tres los ubico detrás de mi cabeza
Uno lo reservo en mi puño derecho, sobre mi
                                                                       Pecho

He escrito muchos versos con ellos
También he matado
A veces para defenderme
Otras por              
               Diversión

Así que espero la llamada
Creo que mi padre me ha abandonado
Mi heridas no dejan de sangrar
Voy divisando una morada para
                                                  Descansar



Hasta el día de la fecha el manuscrito conserva una tenue fragancia a olivo.
       
                     
                                       

sábado, 17 de diciembre de 2016

Invierno de 1947

Frío y humedad

Envuelven la plaza

Como un aleph

Donde se mixturan los trazos de la humanidad

(Todos, todos los trazos).



Lineas de tranvías

Cuerpos caminando;

Algunos sin alma

Otros desbordados de  sensibilidad.



Yo me encuentro ajeno

A la partitura de la realidad

Sin embargo,mi corazón palpita de manera entrecortada.

A veces con fatiga, otras con exaltación



¿Puedo cuidar de mí en la abstracción de esta altura?

¡Si!, ese es mi legado al cual no renuncio

Porque la tarea es indispensable

Siempre lo fue, y siempre lo será.











"Las noches en Marte son sofocantes". La frase escrita en el baño del poeta con sangre, luego de encontrarlo muerto en una bañera llena de ron e infinidad de pastillas de diversos colores, evidenciaba el estado dionisíaco en el cual el poeta trasmigró a su próximo devenir, escuchando White Rabbit de Jefferson Airplane: El radiograbador contenía una cinta con esta canción grabada de los dos lados. Las pesquisas concluyeron en que la sangre en la pared no era del poeta; era de cerdo, ya que se encontró en la heladera varias cabezas de porcinos y sangre embotellada de estos mismos. Los últimos manuscritos se escribieron con sangre de cerdo.

Invierno de 1947

Frío y humedad
Envuelven la plaza
Como un aleph
Donde se mixturan los trazos de la humanidad
(Todos, todos los trazos).

Lineas de tranvías
Cuerpos caminando;
Algunos sin alma
Otros desbordados de  sensibilidad.

Yo me encuentro ajeno
A la partitura de la realidad
Sin embargo,mi corazón palpita de manera entrecortada.
A veces con fatiga, otras con exaltación

¿Puedo cuidar de mí en la abstracción de esta altura?
¡Si!, ese es mi legado al cual no renuncio
Porque la tarea es indispensable
Siempre lo fue, y siempre lo será.




"Las noches en Marte son sofocantes". La frase escrita en el baño del poeta con sangre, luego de encontrarlo muerto en una bañera llena de ron e infinidad de pastillas de diversos colores, evidenciaba el estado dionisíaco en el cual el poeta trasmigró a su próximo devenir, escuchando White Rabbit de Jefferson Airplane: El radiograbador contenía una cinta con esta canción grabada de los dos lados. Las pesquisas concluyeron en que la sangre en la pared no era del poeta; era de cerdo, ya que se encontró en la heladera varias cabezas de porcinos y sangre embotellada de estos mismos. Los últimos manuscritos se escribieron con sangre de cerdo.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Binomio

Eramos la pareja perfecta

El binomio perfecto

Como:

Jagger/ Richard

Lennon/ MacCartey

Arroz con leche/ Canela

Salchichas/ Mostaza

Maradona/ Caniggia

Aquiles/ Patroclo

Tomate/ Albahaca

Bochini/ Independiente

Pizzas/ Banchero

Corrientes/ Paqueros

Sacerdotes/ Xvideos

Ojotas/ Perros

Di Caprio/ Scorsese

Borges/ Bioy Casares

Tom/ Jerry

Políticos/ Plata

Depresión/ Clonazepam

Apolo/ Dionisio

Marihuana/ Bob Marley

Peter Tosh/ Monociclo

Semaforos/ Monedas

Represor/ Picanas

Buda/ Sidarta

Squizofrenia/ Zen

Hegel/ Schonpenhauer

Iggy Pop/ Heroína

Tolstói/ Dostoyevski

Reybufón/ Yo

Alfred Hitchcok/ Grace Kelly

Batman/ Guasón

Diógenes/ El linyera

Menotti/ Bilardo

Rem/ Stimpy

Perón/ Yrigoyen

Beavis/ Butthead

Mustaine/ Ellefson

Bellinson/ Solari

Chimichurri/ Asado

Pan/ Queso

Banco/ Atraco

Sirena/ Mar

Descartes/ Kant

Karma/ Dharma

Ortega/ Gasset

Espejo/ Yo

Borracho/ Bar

Cerati/ Melero

Marylin/ Manson

Fierro/ Cruz



............/.............



Eramos la pareja perfecta

Eramos, y dejamos de SER





La autopsia revelo que el poeta murió de melancolía, ya que en su interior se encontró bilis negra en exceso.


















Binomio

Eramos la pareja perfecta
El binomio perfecto
Como:
Jagger/ Richard
Lennon/ MacCartey
Arroz con leche/ Canela
Salchichas/ Mostaza
Maradona/ Caniggia
Aquiles/ Patroclo
Tomate/ Albahaca
Bochini/ Independiente
Pizzas/ Banchero
Corrientes/ Paqueros
Sacerdotes/ Xvideos
Ojotas/ Perros
Di Caprio/ Scorsese
Borges/ Bioy Casares
Tom/ Jerry
Políticos/ Plata
Depresión/ Clonazepam
Apolo/ Dionisio
Marihuana/ Bob Marley
Peter Tosh/ Monociclo
Semaforos/ Monedas
Represor/ Picanas
Buda/ Sidarta
Squizofrenia/ Zen
Hegel/ Schonpenhauer
Iggy Pop/ Heroína
Tolstói/ Dostoyevski
Reybufón/ Yo
Alfred Hitchcok/ Grace Kelly
Batman/ Guasón
Diógenes/ El linyera
Menotti/ Bilardo
Rem/ Stimpy
Perón/ Yrigoyen
Beavis/ Butthead
Mustaine/ Ellefson
Bellinson/ Solari
Chimichurri/ Asado
Pan/ Queso
Banco/ Atraco
Sirena/ Mar
Descartes/ Kant
Karma/ Dharma
Ortega/ Gasset
Espejo/ Yo
Borracho/ Bar
Cerati/ Melero
Marylin/ Manson
Fierro/ Cruz

............/.............

Eramos la pareja perfecta
Eramos, y dejamos de SER


La autopsia revelo que el poeta murió de melancolía, ya que en su interior se encontró bilis negra en exceso.







martes, 13 de diciembre de 2016

Los abejorros

El aguijón fue punzante...

Punzante;

A lo lejos, en el océano,

siento rugir al mar embravecido

Puedo escuchar

A lo colores del atardecer sufrir las quemaduras del sol

¡Nadie los escucha!

No.

Sin embargo...

Diáfanos abejorros se deslizan por todas partes

Y yo,

de pie, puedo distinguirlos

Uno a uno

Como esos amigos de la infancia

Que nunca se olvida el rostro

Y estos abejorros son parte mía

Espero yo ser parte también de ellos

Como mis amigos de la infancia.



El contenido de la taza de café se derramó sobre el manuscrito original cuando el poeta se levantó bruscamente para rascarse la espalda en una parte rugosa de la pared. El original superaba ampliamente a esta versión.



Los abejorros

El aguijón fue punzante...
Punzante;
A lo lejos, en el océano,
siento rugir al mar embravecido
Puedo escuchar
A lo colores del atardecer sufrir las quemaduras del sol
¡Nadie los escucha!
No.
Sin embargo...
Diáfanos abejorros se deslizan por todas partes
Y yo,
de pie, puedo distinguirlos
Uno a uno
Como esos amigos de la infancia
Que nunca se olvida el rostro
Y estos abejorros son parte mía
Espero yo ser parte también de ellos
Como mis amigos de la infancia.

El contenido de la taza de café se derramó sobre el manuscrito original cuando el poeta se levantó bruscamente para rascarse la espalda en una parte rugosa de la pared. El original superaba ampliamente a esta versión.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Kansas Storm



La tormenta en Kansas arremetió

Con todo a su paso

La desolación camina alegre



Dolor, angustia, soledad

Sembraron los campos de Kansas



La sangre fertilizó las futuras cosechas

Con los huesos de humanoides

Formamos los primeros refugios



Sé que no hay lugar mejor en el mundo

Porque ya mundo no hay



Kansas es lo único que hay sobrevivido

A esta parodia de Diluvio Universal



Ahí formaré mi hogar

Las ruinas serán testigo



Nunca mas volveré a ver sus desoladas imágenes (esas que me vieron nacer)

Prefiero vivir mis últimos días en las ruinas de Kansas



Las nubes lentamente

Se toman de las manos

Es hora de dormir

Y que la lluvia vaya a rezar a otra parte

No hay lugar para que vivamos

Juntos en Kansas.



La tormenta sigue llorando

Dentro de mi pecho.

Mi pecho es desolación.









Al igual que Buckethead, que no se conoce la verdadera identidad del músico detrás de la máscara, tampoco se conoce la verdadera identidad de El Poeta.










Kansas Storm


La tormenta en Kansas arremetió
Con todo a su paso
La desolación camina alegre

Dolor, angustia, soledad
Sembraron los campos de Kansas

La sangre fertilizó las futuras cosechas
Con los huesos de humanoides
Formamos los primeros refugios

Sé que no hay lugar mejor en el mundo
Porque ya mundo no hay

Kansas es lo único que hay sobrevivido
A esta parodia de Diluvio Universal

Ahí formaré mi hogar
Las ruinas serán testigo

Nunca mas volveré a ver sus desoladas imágenes (esas que me vieron nacer)
Prefiero vivir mis últimos días en las ruinas de Kansas

Las nubes lentamente
Se toman de las manos
Es hora de dormir
Y que la lluvia vaya a rezar a otra parte
No hay lugar para que vivamos
Juntos en Kansas.

La tormenta sigue llorando
Dentro de mi pecho.
Mi pecho es desolación.




Al igual que Buckethead, que no se conoce la verdadera identidad del músico detrás de la máscara, tampoco se conoce la verdadera identidad de El Poeta.



domingo, 11 de diciembre de 2016

Colón y Drago

   Cae la noche, pesada y alegre sobre la avenida Colón. Poco a poco se va disipando la excitación de un día cargado de responsabilidades. La presencia de la noche hace desaparecer todas las preocupaciones para darle paso a la fantasía. Leer y escribir se disfruta mucho mas de noche. De noche la fantasía hace posible alimentar los engranajes metafísicos del mundo; un mundo que no descansa.

   Solamente por eso vale la pena atravesar el día. Solo para esperar la noche y dejarse llevar por su suave melodía ancestral que anida sobre cada cosa que toca, incluso mi alma.

   Y yo estoy aquí; deseándome a mi mismo, dejarme llevar, dejarme ahogar por tus profunda imágenes. Aquí espero las turbulencias para poder captar algo, aunque sea minino, aunque no tenga sentido, aunque no pueda transmitirlo. Desde aquí veo como las imágenes descienden lentamente a cada minuto por toda la superficie del globo. Aquí estoy y espero.





Escrito la noche anterior a su ejecución. El manuscrito original se encuentra en una  de las tantas catacumbas del colegio Don Bosco. 



Colón y Drago

   Cae la noche, pesada y alegre sobre la avenida Colón. Poco a poco se va disipando la excitación de un día cargado de responsabilidades. La presencia de la noche hace desaparecer todas las preocupaciones para darle paso a la fantasía. Leer y escribir se disfruta mucho mas de noche. De noche la fantasía hace posible alimentar los engranajes metafísicos del mundo; un mundo que no descansa.
   Solamente por eso vale la pena atravesar el día. Solo para esperar la noche y dejarse llevar por su suave melodía ancestral que anida sobre cada cosa que toca, incluso mi alma.
   Y yo estoy aquí; deseándome a mi mismo, dejarme llevar, dejarme ahogar por tus profunda imágenes. Aquí espero las turbulencias para poder captar algo, aunque sea minino, aunque no tenga sentido, aunque no pueda transmitirlo. Desde aquí veo como las imágenes descienden lentamente a cada minuto por toda la superficie del globo. Aquí estoy y espero.


Escrito la noche anterior a su ejecución. El manuscrito original se encuentra en una  de las tantas catacumbas del colegio Don Bosco. 

sábado, 10 de diciembre de 2016

Después de las 9 AM

Medallas de oro y cenizas

Vestigios de gloria y dolor

Un río infinito que desemboca en un océano infinito



Y las voces de esas caras

Que todavía no tienen rostros...



En mis sueños todavía no despierto (no he logrado poder ver mis propias manos)

Creo que nunca despertaré

Me gusta mucho dormir

Y soñar a la vez; mas después de las nueve

Sueño con mas intensidad

Después de que amanece.



Creo que mis sueños fusionan el día y la noche

La vigilia y el inconsciente;

Pero ¿Por qué?

Esa es la razón que se agota,

Razón por la cual escribo, y no me detengo



Tampoco me detendré





Primer día del primer año en Marte. Desde la ventana se puede ver a Venus.



Después de las 9 AM

Medallas de oro y cenizas
Vestigios de gloria y dolor
Un río infinito que desemboca en un océano infinito

Y las voces de esas caras
Que todavía no tienen rostros...

En mis sueños todavía no despierto (no he logrado poder ver mis propias manos)
Creo que nunca despertaré
Me gusta mucho dormir
Y soñar a la vez; mas después de las nueve
Sueño con mas intensidad
Después de que amanece.

Creo que mis sueños fusionan el día y la noche
La vigilia y el inconsciente;
Pero ¿Por qué?
Esa es la razón que se agota,
Razón por la cual escribo, y no me detengo

Tampoco me detendré


Primer día del primer año en Marte. Desde la ventana se puede ver a Venus.

La tercera orilla (reflexiones de un caracol)

   La tercera orilla; orilla del rió misterioso.

   Parado sobre el puente, el agua pareciera no tener fin. En algún punto se funde con el cielo y no se reconocen uno del otro. Aquí, en el puente, el aire que se respira quema mis profundas y tristes entrañas. Nunca respiré tan puro e inocente oxigeno. No recuerdo haber sentido tan ( místicas) singulares percepciones durante el tiempo que el mismo tiempo me arrojó a la vacuidad de esta parte del universo. No me quejo. He conocido lugares peores.


   Y en el cielo vuelan en círculos rectos pájaros multicolores (en cada aleteada los pájaros cambian de color; incluso colores que jamás he visto en esta vida o en las otras. Así que no tiene ningún sentido tratar de recurrir a la gramática para poder acercar una referencia, aunque sea vaga, es imposible). En cada aleteo los pájaros desprenden aromas de cristal azucarado. Uno de estos pequeños aromas cae ante mis pies; y me dice que lo pruebe, que lo deguste. Al levantar el pequeño aroma culpable y llevarlo a mi boca llena de llagas infestadas, veo como este empieza a abrir su boca  de intuiciones mágicas y comienza a fagocitarme sin escrúpulos, lentamente; lentamente como el paseo de un caracol libre de ansiedad.


   ¿Qué es lo que queda de mí luego de vivir este microsegundo eterno sobre la tercera orilla del río? Sé (creo) que al pensar en el paseo de un caracol (este fue mi último pensamiento casi lúcido) quedé absuelto. Esta era la imagen perfecta para el último pensamiento antes de la absolución. Ya no tendré que recurrir mas al lenguaje para comunicarme conmigo mismo, ya que agoté todas las posibilidades gramaticales y antigramaticales.


   No abandonaré, al igual que el caracol, a pasear por las sendas ( esto es, nuevamente, una idea que ni siquiera llega a ser vaguedad, incluso idea o referencia o palabra. Es casi imperceptible esta intención para poder tratar de transmitir algo de lo que siento en la tercera orilla del río) del tercer camino que empieza en la tercera orilla. Si soy un caracol o la baba que de este se desprende al desplazarse, me da lo mismo. Lo único que importa es poder sentir el canto de los pájaros multicolores que vuelan y a la misma vez nadan en el río. Un rió vació y un cielo cargado de nada. Es por esta razón que los pájaros multicolores pueden volar y nadar a la misma vez, ya sea en el río o en el cielo.


   Algo o alguien (no sabría referenciarlo exactamente) me dice (si es que algo pueda decirse o transmitirse) que esto sería un estado de felicidad plena. Pero lo dejo a un lado. No quiero caer preso de una fantasía barata.


   La tercera orilla me sigue y, al detenerme, algo empieza a crecer dentro mio. Abro mi boca y un caracol sale parsimoniosamente  arrastrando consigo mismo a mis intestinos. Quedo tendido sobre la tercera orilla y puedo ver como el caracol se aleja con mis intestinos dejando una estela de sangre sobre el puente. Uno de los pájaros multicolores, suspendido sobre sus aletas, me dice telepáticamente que ese caracol soy yo. Ahora si podré descansar eternamente en la tercera orilla del rió, donde empieza el tercer camino. Ya he cumplido mi propósito.


 

La tercera orilla (reflexiones de un caracol)

   La tercera orilla; orilla del rió misterioso.
   Parado sobre el puente, el agua pareciera no tener fin. En algún punto se funde con el cielo y no se reconocen uno del otro. Aquí, en el puente, el aire que se respira quema mis profundas y tristes entrañas. Nunca respiré tan puro e inocente oxigeno. No recuerdo haber sentido tan ( místicas) singulares percepciones durante el tiempo que el mismo tiempo me arrojó a la vacuidad de esta parte del universo. No me quejo. He conocido lugares peores.
   Y en el cielo vuelan en círculos rectos pájaros multicolores (en cada aleteada los pájaros cambian de color; incluso colores que jamás he visto en esta vida o en las otras. Así que no tiene ningún sentido tratar de recurrir a la gramática para poder acercar una referencia, aunque sea vaga, es imposible). En cada aleteo los pájaros desprenden aromas de cristal azucarado. Uno de estos pequeños aromas cae ante mis pies; y me dice que lo pruebe, que lo deguste. Al levantar el pequeño aroma culpable y llevarlo a mi boca llena de llagas infestadas, veo como este empieza a abrir su boca  de intuiciones mágicas y comienza a fagocitarme sin escrúpulos, lentamente; lentamente como el paseo de un caracol libre de ansiedad.
   ¿Qué es lo que queda de mí luego de vivir este microsegundo eterno sobre la tercera orilla del río? Sé (creo) que al pensar en el paseo de un caracol (este fue mi último pensamiento casi lúcido) quedé absuelto. Esta era la imagen perfecta para el último pensamiento antes de la absolución. Ya no tendré que recurrir mas al lenguaje para comunicarme conmigo mismo, ya que agoté todas las posibilidades gramaticales y antigramaticales.
   No abandonaré, al igual que el caracol, a pasear por las sendas ( esto es, nuevamente, una idea que ni siquiera llega a ser vaguedad, incluso idea o referencia o palabra. Es casi imperceptible esta intención para poder tratar de transmitir algo de lo que siento en la tercera orilla del río) del tercer camino que empieza en la tercera orilla. Si soy un caracol o la baba que de este se desprende al desplazarse, me da lo mismo. Lo único que importa es poder sentir el canto de los pájaros multicolores que vuelan y a la misma vez nadan en el río. Un rió vació y un cielo cargado de nada. Es por esta razón que los pájaros multicolores pueden volar y nadar a la misma vez, ya sea en el río o en el cielo.
   Algo o alguien (no sabría referenciarlo exactamente) me dice (si es que algo pueda decirse o transmitirse) que esto sería un estado de felicidad plena. Pero lo dejo a un lado. No quiero caer preso de una fantasía barata.
   La tercera orilla me sigue y, al detenerme, algo empieza a crecer dentro mio. Abro mi boca y un caracol sale parsimoniosamente  arrastrando consigo mismo a mis intestinos. Quedo tendido sobre la tercera orilla y puedo ver como el caracol se aleja con mis intestinos dejando una estela de sangre sobre el puente. Uno de los pájaros multicolores, suspendido sobre sus aletas, me dice telepáticamente que ese caracol soy yo. Ahora si podré descansar eternamente en la tercera orilla del rió, donde empieza el tercer camino. Ya he cumplido mi propósito.
 

viernes, 9 de diciembre de 2016

Visiones

Piel de mariposa aterciopelada

Carne marchita

Sin color ni textura



Aún así...

Puede ser que sea lo más hermoso sobre la tierra

Tierra sin fin ni color.



Último poema escrito antes del juicio final



Visiones

Piel de mariposa aterciopelada
Carne marchita
Sin color ni textura

Aún así...
Puede ser que sea lo más hermoso sobre la tierra
Tierra sin fin ni color.

Último poema escrito antes del juicio final

Juicio final

Crepúsculo

Ocaso



En  aras de una víspera de tiempo sin referencia

Han sido vistos y deslumbrados...

Y amargados por la luz de la madrugada



Todo se ha ido, y sin embargo,

Sigo esperando en el andén de la vida

Que a veces veo y, a veces,

Solo a veces participo de su excursión gentil.





Escrito miles de años antes del juicio final



Juicio final

Crepúsculo
Ocaso

En  aras de una víspera de tiempo sin referencia
Han sido vistos y deslumbrados...
Y amargados por la luz de la madrugada

Todo se ha ido, y sin embargo,
Sigo esperando en el andén de la vida
Que a veces veo y, a veces,
Solo a veces participo de su excursión gentil.


Escrito miles de años antes del juicio final

jueves, 8 de diciembre de 2016

El colibrí

  Rutinaria y tediosa. Los días en la oficina son siempre iguales. Después del mediodía estas sensaciones irán decayendo hasta convertirse en alivio.

  Pero esa mañana un pequeño suceso interrumpió la rutina desgastante y corrosiva. En el alfeizar de la ventana se detuvo a descansar un colibrí; un colibrí azul y delicado como suelen ser los colibríes. Sin pensarlo y con total naturalidad, Hipólito, mi compañero de sección, saludó al colibrí como quién saluda a un viejo amigo o a algún conocido con el que se tiene simpatía.

  El resto nos quedamos mirando a Hipólito como conversaba con el colibrí. Pareciera que para Hipólito esto resultaba de lo mas normal pero a nosotros no; pasamos del asombro al pánico en poco tiempo ya que sentíamos como la imagen de Hipólito y el colibrí  era una manifestación clara de la locura colectiva que regularmente acecha en la calle, en los hogares, en los estadios, en las paradas de ómnibus, en los templos y en las cacetas telefónicas. Esta epidemia puede tomar cualquier forma y deja a los seres humanos en contacto puro con sus mas profundos y bellos sentimientos. Y hay que hacer cualquier cosa para detener esta epidemia, ya que en la oficinas y en las fabricas esta prohibido tener experiencias que puedan hacerlo a uno replantearse el lugar en el mundo. Seria un catástrofe para nuestra sociedad. Que la gente pueda pensar y sentir por su cuenta es inadmisible en estos días.

  Inundados de pánico en la oficina me decidí a rescatar a Hipólito del influjo salvador del colibrí. No podía dejar que un colibrí acabara con el capitalismo. Así que fui acercándome lentamente hasta donde se encontraban Hipólito y el colibrí. Mientras me acercaba escuchaba como Hipolito recibía y acataba directivas del colibrí. Con sigilo y miedo llegué cerca del hombro izquierdo de Hipólito. Al hacer contacto con él, él se dio vuelta y ya no era Hipólito; era un colibrí. Instantáneamente miré a mis compañeros, ellos también eran colibríes. Sentí que tocaban sobre mi hombre izquierdo y al darme vuelta me vi reflejado en el vidrio de la ventana. Yo también era un colibrí. El capitalismo ha quedado sin efecto.



   

El colibrí

  Rutinaria y tediosa. Los días en la oficina son siempre iguales. Después del mediodía estas sensaciones irán decayendo hasta convertirse en alivio.
  Pero esa mañana un pequeño suceso interrumpió la rutina desgastante y corrosiva. En el alfeizar de la ventana se detuvo a descansar un colibrí; un colibrí azul y delicado como suelen ser los colibríes. Sin pensarlo y con total naturalidad, Hipólito, mi compañero de sección, saludó al colibrí como quién saluda a un viejo amigo o a algún conocido con el que se tiene simpatía.
  El resto nos quedamos mirando a Hipólito como conversaba con el colibrí. Pareciera que para Hipólito esto resultaba de lo mas normal pero a nosotros no; pasamos del asombro al pánico en poco tiempo ya que sentíamos como la imagen de Hipólito y el colibrí  era una manifestación clara de la locura colectiva que regularmente acecha en la calle, en los hogares, en los estadios, en las paradas de ómnibus, en los templos y en las cacetas telefónicas. Esta epidemia puede tomar cualquier forma y deja a los seres humanos en contacto puro con sus mas profundos y bellos sentimientos. Y hay que hacer cualquier cosa para detener esta epidemia, ya que en la oficinas y en las fabricas esta prohibido tener experiencias que puedan hacerlo a uno replantearse el lugar en el mundo. Seria un catástrofe para nuestra sociedad. Que la gente pueda pensar y sentir por su cuenta es inadmisible en estos días.
  Inundados de pánico en la oficina me decidí a rescatar a Hipólito del influjo salvador del colibrí. No podía dejar que un colibrí acabara con el capitalismo. Así que fui acercándome lentamente hasta donde se encontraban Hipólito y el colibrí. Mientras me acercaba escuchaba como Hipolito recibía y acataba directivas del colibrí. Con sigilo y miedo llegué cerca del hombro izquierdo de Hipólito. Al hacer contacto con él, él se dio vuelta y ya no era Hipólito; era un colibrí. Instantáneamente miré a mis compañeros, ellos también eran colibríes. Sentí que tocaban sobre mi hombre izquierdo y al darme vuelta me vi reflejado en el vidrio de la ventana. Yo también era un colibrí. El capitalismo ha quedado sin efecto.
   

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Coco

   ¿Qué es ser negro?, dice Coco Sily

Ser negro es ausencia de luz y alma



Coco

   ¿Qué es ser negro?, dice Coco Sily
Ser negro es ausencia de luz y alma

Tai-chi

Peatonal Drago: Humanidad que cae lentamente

Caída del  olvido

Caída del hombre sobre el inconsciente (¿colectivo?)



Ahí me muestro como soy

Detrás de las máscaras que voy dejando a través de los años



Ya las he usado a todas



Y al final todas se resquebrajaron;

De las piezas rotas, ya no haré nada,

Solo dejarlas a un lado para que el tiempo las erosione



Al final (nuevamente), al igual que mi osamenta;

También se erosionará y a todo esto sobrevivirá la memoria

La memoria inmortal que engaña al tiempo

Y vence al tiempo



Hacía allí me dirijo, al lugar de la memoria eterna

Como la eternidad misma.




Ácido, apego, ira, café, teléfono, encendedor, tos, cantar, gritar, llaves, música, señora, bolso, radio, soda, moto, honda, patada, tai-chi, caer, despacito, señorita, mirada, rubia, zapatos, empapado, mañana, bolso rojo, ojotas, palomas, universidad, pajita, gorra rosa, vestido, 866 CDR, parquimetro, cobrar, vuelto, fatiga, lentes, agua, botella, trae el vuelto, papas fritas, leche, Claro, Topper, morral, camisa, agua rosa, mas vestidos, boludeces, plumitas, falda blanca, ¿cómo va?, librería, peluquería, fila ¿laburando? Perdí la bruja en la esquina, tá re piola, dame dame , bebé, carrito, buuuaaa!



Tai-chi

Peatonal Drago: Humanidad que cae lentamente
Caída del  olvido
Caída del hombre sobre el inconsciente (¿colectivo?)

Ahí me muestro como soy
Detrás de las máscaras que voy dejando a través de los años

Ya las he usado a todas

Y al final todas se resquebrajaron;
De las piezas rotas, ya no haré nada,
Solo dejarlas a un lado para que el tiempo las erosione

Al final (nuevamente), al igual que mi osamenta;
También se erosionará y a todo esto sobrevivirá la memoria
La memoria inmortal que engaña al tiempo
Y vence al tiempo

Hacía allí me dirijo, al lugar de la memoria eterna
Como la eternidad misma.

Fantasmas de diciembre

   El fantasma arrasó con la mente de la gente. Como hace 15 años la gente pareciera volver a ese fatídico diciembre. Como se puede pensar en que la gente quisiera volver a esas épocas. Todavía las imágenes  perduran, casi lúcidas, casi vívidas en mi persona.

   Cómo olvidar esas épocas, cómo olvidar las rondas de patrulleros yendo y viniendo con un oficial y su escopeta con medio cuerpo afuera del móvil con toda intención de disparar.

   En las esquinas se podían ver las fogatas de la gente reunida resistiendo las oleadas imaginarias de los saqueos (solamente uno fue real, los demás fueron inventos y no de los medios), cada cual cuidando su cuadra, cada cual cuidando a su gente. Una fogata en cada esquina, en cada tribu, en cada clan, al igual que en la tercera parte del Señor de los anillos: Una fogata encendida hacia prender a la de la otra esquina invitando a armarse y prepararse para la guerra.

  Al igual que en Vietnam, en vez de arrojar bombas de napalm, en este caso las bombas que se arrojaban eran las del miedo. Armas y miedo. Guerra y neurosis.



Fantasmas de diciembre

   El fantasma arrasó con la mente de la gente. Como hace 15 años la gente pareciera volver a ese fatídico diciembre. Como se puede pensar en que la gente quisiera volver a esas épocas. Todavía las imágenes  perduran, casi lúcidas, casi vívidas en mi persona.
   Cómo olvidar esas épocas, cómo olvidar las rondas de patrulleros yendo y viniendo con un oficial y su escopeta con medio cuerpo afuera del móvil con toda intención de disparar.
   En las esquinas se podían ver las fogatas de la gente reunida resistiendo las oleadas imaginarias de los saqueos (solamente uno fue real, los demás fueron inventos y no de los medios), cada cual cuidando su cuadra, cada cual cuidando a su gente. Una fogata en cada esquina, en cada tribu, en cada clan, al igual que en la tercera parte del Señor de los anillos: Una fogata encendida hacia prender a la de la otra esquina invitando a armarse y prepararse para la guerra.
  Al igual que en Vietnam, en vez de arrojar bombas de napalm, en este caso las bombas que se arrojaban eran las del miedo. Armas y miedo. Guerra y neurosis.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Memoria

   Aquelarre de tribus nómadas resplandecen en la orilla del río Pilcomayo. Mis propias luces ya no están; están con aquellas tribus que recuerdan el pulso de sus antepasados en el repiqueteo de los tambores. Esto me hace pensar en mis antepasados; mi sangre viviendo en España o Paraguay. Mi sangre tiene ese linaje, y lo sé, vibra en mi cuerpo los antepasados que poblaron el mundo. Yo soy parte de ellos  y ellos son parte mía.

   Estas lineas tratan de de traer la memoria que está en la sangre, que lucha por no ser olvidada. Lucha por tener su voz, por contar todas esas historias que el tiempo ha guardado celosamente.



Tantas historias por contar y hacerlas parte de este papel para comunicar al mundo que "esta sangre tiene sus cosas por contar y merecen ser contadas", y ese es el propósito de la sangre: contar historias

Memoria

   Aquelarre de tribus nómadas resplandecen en la orilla del río Pilcomayo. Mis propias luces ya no están; están con aquellas tribus que recuerdan el pulso de sus antepasados en el repiqueteo de los tambores. Esto me hace pensar en mis antepasados; mi sangre viviendo en España o Paraguay. Mi sangre tiene ese linaje, y lo sé, vibra en mi cuerpo los antepasados que poblaron el mundo. Yo soy parte de ellos  y ellos son parte mía.
   Estas lineas tratan de de traer la memoria que está en la sangre, que lucha por no ser olvidada. Lucha por tener su voz, por contar todas esas historias que el tiempo ha guardado celosamente.
Tantas historias por contar y hacerlas parte de este papel para comunicar al mundo que "esta sangre tiene sus cosas por contar y merecen ser contadas", y ese es el propósito de la sangre: contar historias

lunes, 28 de noviembre de 2016

Caronte

Humedad fría en la mañana

Frío y austeridad

La memoria devuelve las formas

A veces, solo, por un momento

Una memoria frágil y fuerte a la vez



En este espacio lo evoco,

con calor y cierta timidez



Será que aún tengo miedo

(la muerte siempre es la primera vez)



Pero es momento de crecer

(otra vez)



Y estar, despedir, desde el umbral

Ya las deudas las he pagado

A Caronte, el barquero



Ya el viaje ha empezado

Y la despedimos

Ya sabrás quién sos

Ya sabrás tu nombre

Ya podrás conocer tu cara



La cara que tenías antes de que el mundo fuera creado

Caronte

Humedad fría en la mañana
Frío y austeridad
La memoria devuelve las formas
A veces, solo, por un momento
Una memoria frágil y fuerte a la vez

En este espacio lo evoco,
con calor y cierta timidez

Será que aún tengo miedo
(la muerte siempre es la primera vez)

Pero es momento de crecer
(otra vez)

Y estar, despedir, desde el umbral
Ya las deudas las he pagado
A Caronte, el barquero

Ya el viaje ha empezado
Y la despedimos
Ya sabrás quién sos
Ya sabrás tu nombre
Ya podrás conocer tu cara
La cara que tenías antes de que el mundo fuera creado

lunes, 14 de noviembre de 2016

Heidegger

Valles de fuego transparente


Desde lo alto, desde las sospechosas cumbres


Bajan con intensidad suave...


Estas ráfagas de aburrimiento tenue


(Yo) me encuentro inmerso,


Aburrido, hastiado


Me observo (a mí mismo), antes de ser y de  poder comprenderlo





En mi osamenta libre de carne y razón


Veo a la Nada en el espacio vacío de mis huesos


Veo a las ráfagas de aburrimiento atravesarme





Angustia; temple de ánimo


Todo lo nivela


Todo lo atraviesa





En uno de los flancos violentos del valle


Lo veo, a él, y donde mora


Magnificente, oscuro, místico


Me susurra el misterio;


Como el delicado sonido de un arroyo haciéndose paso entre rocas sin nombre





Me dejo caer y arrastrarme


Por la bruma violácea del aburrimiento


Angustia...Angustia...Angustia...Temple de ánimo








Abismo, cuerda, salto

Y más allá...más allá



Vapor de la irrealidad

Asomando y escondiéndose a la vez.














"La noche en que Eróstrato quemó el templo de Éfeso vino al mundo Alejandro, rey de Macedonia"











   Me susurraste el misterio y el propósito de la filosofía  a través de un poema  que escuche en el vientre de mi madre. Vos ya te estabas despidiendo de este mundo material para volver a iniciar nuevamente el eterno retorno; retomar el estado anterior, el estado optimo, el de la pre comprensión, el estado en el cual las cosas se muestran tal como son. Todo esto lo descubrí en mi niñez, sobre las escrituras de las que hablaba mi padre con devoción y del cual yo también sentí la llama ardiente del espíritu inundar mi corazón ansioso de sabiduría. Descubrí tu voz en mi adolescencia (supe que era tu voz, esa voz que escuché por primera vez en el vientre de mi madre)  cuando leí  la voz del anti profeta en tu monumental obra.

     Entonces la sospecha se apropió de  mi pensamiento y  mi lenguaje. Emprendí mi aventura espiritual en la antigua Grecia, posteriormente en las obras de El filósofo y luego me apasioné con la vida y los textos de Tomás de Aquino y San Agustin. Todos ellos buscadores de ese misterio que va arastrandose y escapándose en cada época; y yo soy uno más buscando el misterio de ese susurro en la caída de una sola palabra. Avanzada ya mi búsqueda me encontré en un dilema, y comprendí que yo también debía iniciar mi camino circular y eterno por los valles de fuego transparente de la filosofía.


  Quizás confundí el espíritu político de mi época  en el que me tocó vivir con el espíritu de Dióniso. Así que pagaré por esta decisión por el resto de mi vida y por el resto de lo que pueda llegar a juzgarme la historia; pero sé perfectamente  que podré enmendarme a mí mismo y a mi pensamiento en la sucesivas e infinitas vueltas en las que me encuentre  reescribiendo esta humilde reflexión. Por eso en la cumbre de mi  vitalidad preferí callar y no dar explicaciones. Empecé a comprender la Nada y el poder del Silencio también, en la tranquilidad del oscuro bosque donde me conecto con la esencia, si es que puede llamarse esencia, del mundo.

   Ahora, tu, lector, has sentido el llamado del misterio y sientes que tu también tienes que embarcarte en esta aventura espiritual que se nos escapa constantemente pero sabes que está allí, al acecho, sin nombres y a la espera de llenar infinitas páginas de volúmenes incompletos, los míos inclusive. Así que no desesperes lector, nosotros estaremos allí para auxiliarte en los momentos en los que sientas que el significado de las cosas se te escapen de ti mismo. La ventaja de viajar en una rueda es que siempre se vuelve al mismo lugar.




Heidegger

Valles de fuego transparente
Desde lo alto, desde las sospechosas cumbres
Bajan con intensidad suave...
Estas ráfagas de aburrimiento tenue
(Yo) me encuentro inmerso,
Aburrido, hastiado
Me observo (a mí mismo), antes de ser y de  poder comprenderlo

En mi osamenta libre de carne y razón
Veo a la Nada en el espacio vacío de mis huesos
Veo a las ráfagas de aburrimiento atravesarme

Angustia; temple de ánimo
Todo lo nivela
Todo lo atraviesa

En uno de los flancos violentos del valle
Lo veo, a él, y donde mora
Magnificente, oscuro, místico
Me susurra el misterio;
Como el delicado sonido de un arroyo haciéndose paso entre rocas sin nombre

Me dejo caer y arrastrarme
Por la bruma violácea del aburrimiento
Angustia...Angustia...Angustia...Temple de ánimo


Abismo, cuerda, salto
Y más allá...más allá

Vapor de la irrealidad
Asomando y escondiéndose a la vez.




"La noche en que Eróstrato quemó el templo de Éfeso vino al mundo Alejandro, rey de Macedonia"



   Me susurraste el misterio y el propósito de la filosofía  a través de un poema  que escuche en el vientre de mi madre. Vos ya te estabas despidiendo de este mundo material para volver a iniciar nuevamente el eterno retorno; retomar el estado anterior, el estado optimo, el de la pre comprensión, el estado en el cual las cosas se muestran tal como son. Todo esto lo descubrí en mi niñez, sobre las escrituras de las que hablaba mi padre con devoción y del cual yo también sentí la llama ardiente del espíritu inundar mi corazón ansioso de sabiduría. Descubrí tu voz en mi adolescencia (supe que era tu voz, esa voz que escuché por primera vez en el vientre de mi madre)  cuando leí  la voz del anti profeta en tu monumental obra.
     Entonces la sospecha se apropió de  mi pensamiento y  mi lenguaje. Emprendí mi aventura espiritual en la antigua Grecia, posteriormente en las obras de El filósofo y luego me apasioné con la vida y los textos de Tomás de Aquino y San Agustin. Todos ellos buscadores de ese misterio que va arastrandose y escapándose en cada época; y yo soy uno más buscando el misterio de ese susurro en la caída de una sola palabra. Avanzada ya mi búsqueda me encontré en un dilema, y comprendí que yo también debía iniciar mi camino circular y eterno por los valles de fuego transparente de la filosofía.
  Quizás confundí el espíritu político de mi época  en el que me tocó vivir con el espíritu de Dióniso. Así que pagaré por esta decisión por el resto de mi vida y por el resto de lo que pueda llegar a juzgarme la historia; pero sé perfectamente  que podré enmendarme a mí mismo y a mi pensamiento en la sucesivas e infinitas vueltas en las que me encuentre  reescribiendo esta humilde reflexión. Por eso en la cumbre de mi  vitalidad preferí callar y no dar explicaciones. Empecé a comprender la Nada y el poder del Silencio también, en la tranquilidad del oscuro bosque donde me conecto con la esencia, si es que puede llamarse esencia, del mundo.
   Ahora, tu, lector, has sentido el llamado del misterio y sientes que tu también tienes que embarcarte en esta aventura espiritual que se nos escapa constantemente pero sabes que está allí, al acecho, sin nombres y a la espera de llenar infinitas páginas de volúmenes incompletos, los míos inclusive. Así que no desesperes lector, nosotros estaremos allí para auxiliarte en los momentos en los que sientas que el significado de las cosas se te escapen de ti mismo. La ventaja de viajar en una rueda es que siempre se vuelve al mismo lugar.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Los turrones

    Me toco el pecho y siento como mi corazón late. Me toco la cabeza y late igual que mi corazón. Parece que en cualquier momento va a estallar. Si hago algún movimiento brusco puede que caiga al piso y estalle. Puede que algún pensamiento también la haga estallar. O la luz del sol que entra a  través de mis ojos la desinfle y un líquido viscoso y caliente salga por todos mis orificios. Mientras camino me doy cuenta de que no hace mucho que amaneció. La ruta se encuentra transitada. Me pregunto qué ruta será y qué hago caminando por acá. Recuerdo no pensar mucho para que mi cerebro no explote. Un sabor agrio me sube por la garganta, agrio y caliente. Dejo al lado de la ruta mi última bilis. Me retuerzo pero ya no queda nada. Solo el recordatorio de mi hígado que me recuerda como lo sigo maltratando. Voy llegando a una estación de servicio. Busco el baño y me dirijo al último cubículo. Los grilos abajo y también despido lo poco que hay en mis intestinos. Dos puntadas me atraviesan: una en la cabeza y la otra en el hígado. Me quedo sentado con los ojos cerrados. Escucho que entra gente al baño y comentan la bronca que hay. Sigo sentado con los ojos cerrados. Me duermo.

    Golpean la puerta y me despierto de un sobresalto. Me preguntan si está todo bien. Digo que sí, que ya salgo. Seguro que es uno de los playeros que escuchó como roncaba. Voy al lavamanos. Me mojo bien la cara y el pelo. Me hizo bien la siesta, ya se me pasó el dolor de cabeza. El hígado parece que también se ha recuperado. Dejo la estación y sigo al costado de la ruta en no sé qué dirección. El sol cada vez calienta más. Ya puedo pensar con un poco más de claridad. El último registro que tengo antes de las clonazepam es que estaba en La Korea. Mientras los autos y camiones pasan  a mi lado me pregunto como hice para recorrer catorce estaciones desde La Korea a Retiro y otras diez  más hasta esta zona. Porque ya me he dado cuenta de que ando por Burzaco. Estoy caminando por Camino de Cintura y, si no me equivoco, en breve estaré en la rotonda de Lavallol. Y efectivamente, estoy llegando a la rotonda. A pesar de esta laguna mental que es más grande que el Nahuel Huapi, la he sacado barata otra vez. No tengo agujeros, en el baño de la estación no me vi moretones ni chichones. En cana no estoy. Lo que si se está gestando otra vez es el hambre. De a poco va creciendo. Si el hígado lo permite deberé comer algo. Reviso los bolsillos: nada. Estoy en un problema. Llego a la rotonda de Lavallol.

   Al llegar a la rotonda agarro por Monteverde. Me acuerdo que hay una parrilla antes de llegar a La 24. El problema es cómo voy a pagar. Creo que no debería pagar. Pienso, algo se me tiene que ocurrir. En la puerta de un supermercado agarro una caja de cartón vacía. Entro a un kiosko con mi caja y le pregunto a la dueña si me presta un fibrón. Le digo que recién vengo del mayorista, que vendo turrones y que quiero ponerle el precio de la oferta al costado de la caja. La señora me da el fibrón y marco en uno de los costado bien grande y con trazo grueso: 4 turrones 5 pesos. Le agradezco y salgo en dirección a la parrilla. Levanto una piedra y la meto adentro de la la caja. Finalmente llego a la parrilla.

   Suenan Los palmeras en la radio del parrillero. Ya hay un par de comenzales, colectiveros en su mayoría. Saludo y me siento en el mostrador. Ubico la caja a mi lado con el lado que tiene la oferta para que se vea con lo que me gano la vida. El parrillero se acerca, saluda y me pregunta qué me voy a servir. Mira a la caja. Le pido dos empanadas y un pingüino de vino, y para después un pedazo de vacío al pan. Vuelve con la bebida y la empanadas y pregunta como anda el pique. Le digo que bien, que si sigue así hoy me voy temprano a mi casa. Vuelve a la parrilla a charquear el vacío para hacer el sandwich. Sigue llegando gente a la parrilla. Ahora suenan Los del Fuego con su versión de Persiana amercana.

   El hígado resistió a dos empanadas bastante picantes, un buen pingïno de vino con soda y un suculento sandwich de vacío. La parrilla ya está llena. Ahora es el momento. Le pido la cuenta al parrilero. En el momento que va a la caja meto la mano en el bolsillo y le pregunto si tiene cambio de 100. "No pibe, me arruinás", dice. Le digo que voy hasta la agencia de quiniela que está a la vuelta. Le encargo la caja con "mercadería". "Mira que es todo lo que tengo para seguir laburando", le digo y voy hasta La 24. Doblo la esquina, llego a la agencia de quiniela y paso de largo. Hago dos cuadras y me encuentro con un pinta que conozco. Quiere ir a La Itatí a comprar gilada. Me dice que tiene plata. "Bueno", le digo y nos vamos a tomar el 257.















Los turrones

    Me toco el pecho y siento como mi corazón late. Me toco la cabeza y late igual que mi corazón. Parece que en cualquier momento va a estallar. Si hago algún movimiento brusco puede que caiga al piso y estalle. Puede que algún pensamiento también la haga estallar. O la luz del sol que entra a  través de mis ojos la desinfle y un líquido viscoso y caliente salga por todos mis orificios. Mientras camino me doy cuenta de que no hace mucho que amaneció. La ruta se encuentra transitada. Me pregunto qué ruta será y qué hago caminando por acá. Recuerdo no pensar mucho para que mi cerebro no explote. Un sabor agrio me sube por la garganta, agrio y caliente. Dejo al lado de la ruta mi última bilis. Me retuerzo pero ya no queda nada. Solo el recordatorio de mi hígado que me recuerda como lo sigo maltratando. Voy llegando a una estación de servicio. Busco el baño y me dirijo al último cubículo. Los grilos abajo y también despido lo poco que hay en mis intestinos. Dos puntadas me atraviesan: una en la cabeza y la otra en el hígado. Me quedo sentado con los ojos cerrados. Escucho que entra gente al baño y comentan la bronca que hay. Sigo sentado con los ojos cerrados. Me duermo.
    Golpean la puerta y me despierto de un sobresalto. Me preguntan si está todo bien. Digo que sí, que ya salgo. Seguro que es uno de los playeros que escuchó como roncaba. Voy al lavamanos. Me mojo bien la cara y el pelo. Me hizo bien la siesta, ya se me pasó el dolor de cabeza. El hígado parece que también se ha recuperado. Dejo la estación y sigo al costado de la ruta en no sé qué dirección. El sol cada vez calienta más. Ya puedo pensar con un poco más de claridad. El último registro que tengo antes de las clonazepam es que estaba en La Korea. Mientras los autos y camiones pasan  a mi lado me pregunto como hice para recorrer catorce estaciones desde La Korea a Retiro y otras diez  más hasta esta zona. Porque ya me he dado cuenta de que ando por Burzaco. Estoy caminando por Camino de Cintura y, si no me equivoco, en breve estaré en la rotonda de Lavallol. Y efectivamente, estoy llegando a la rotonda. A pesar de esta laguna mental que es más grande que el Nahuel Huapi, la he sacado barata otra vez. No tengo agujeros, en el baño de la estación no me vi moretones ni chichones. En cana no estoy. Lo que si se está gestando otra vez es el hambre. De a poco va creciendo. Si el hígado lo permite deberé comer algo. Reviso los bolsillos: nada. Estoy en un problema. Llego a la rotonda de Lavallol.
   Al llegar a la rotonda agarro por Monteverde. Me acuerdo que hay una parrilla antes de llegar a La 24. El problema es cómo voy a pagar. Creo que no debería pagar. Pienso, algo se me tiene que ocurrir. En la puerta de un supermercado agarro una caja de cartón vacía. Entro a un kiosko con mi caja y le pregunto a la dueña si me presta un fibrón. Le digo que recién vengo del mayorista, que vendo turrones y que quiero ponerle el precio de la oferta al costado de la caja. La señora me da el fibrón y marco en uno de los costado bien grande y con trazo grueso: 4 turrones 5 pesos. Le agradezco y salgo en dirección a la parrilla. Levanto una piedra y la meto adentro de la la caja. Finalmente llego a la parrilla.
   Suenan Los palmeras en la radio del parrillero. Ya hay un par de comenzales, colectiveros en su mayoría. Saludo y me siento en el mostrador. Ubico la caja a mi lado con el lado que tiene la oferta para que se vea con lo que me gano la vida. El parrillero se acerca, saluda y me pregunta qué me voy a servir. Mira a la caja. Le pido dos empanadas y un pingüino de vino, y para después un pedazo de vacío al pan. Vuelve con la bebida y la empanadas y pregunta como anda el pique. Le digo que bien, que si sigue así hoy me voy temprano a mi casa. Vuelve a la parrilla a charquear el vacío para hacer el sandwich. Sigue llegando gente a la parrilla. Ahora suenan Los del Fuego con su versión de Persiana amercana.
   El hígado resistió a dos empanadas bastante picantes, un buen pingïno de vino con soda y un suculento sandwich de vacío. La parrilla ya está llena. Ahora es el momento. Le pido la cuenta al parrilero. En el momento que va a la caja meto la mano en el bolsillo y le pregunto si tiene cambio de 100. "No pibe, me arruinás", dice. Le digo que voy hasta la agencia de quiniela que está a la vuelta. Le encargo la caja con "mercadería". "Mira que es todo lo que tengo para seguir laburando", le digo y voy hasta La 24. Doblo la esquina, llego a la agencia de quiniela y paso de largo. Hago dos cuadras y me encuentro con un pinta que conozco. Quiere ir a La Itatí a comprar gilada. Me dice que tiene plata. "Bueno", le digo y nos vamos a tomar el 257.






jueves, 27 de octubre de 2016

Contexto

     Mamá tiene cáncer. Tiene que usar una bolsa de colostomía. Hace diez días papá tuvo un paro cardíaco. Él la ayudaba con los cuidados de su bolsa y los trámites en la obra social. Los primeros días la ayudé a mamá con el cambio con su bolsa. Ahora, ella, ya se cambia la bolsa sola, hace los trámites en la obra social luego de hacerse la quimioterapia va a cuidar a papá al hospital con el veneno de la quimioterapia y el veneno de la nicotina. Mamá es una guerrera y papá tiene el corazón de un toro salvaje.

    Por mi parte comprendí que la vida es delicada, frágil; lo intuía, ahora lo comprendo. Le comenté a mi prima, estando en el patio del hospital municipal, que, nosotros dos, ya habíamos estado aquí y en la misma situación, cuando falleció nuestra abuela. El patio, terapia intensiva, la agonía y la muerte: nada ha cambiado, ¿nosotros? Ella tenía 10 meses en 1988, yo tenía 8 años. Ha pasado el tiempo.

   Las noches en los hospitales son eternas, cansadas, flácidas. A pesar de todo no he dejado de leer ni escribir. Sé que cada vez que vuelva a releer el Libro del desasosiego de Pessoa volveré a éstas noches en vela con el espíritu y los huesos contracturados. Las lineas del libro ya han quedado impregnadas con los recuerdos y emociones de éstas noches.

   La siguiente transcripción es fiel, tal cual fue escrito en algún momento de esos...Esos tantos momentos...Al lado de papá.







Delicados cuerpos

Burbujas y oxigeno

Un pasillo frío; simetría fría

Respiración irregular

¿Qué es lo qué queda en todo esto?

¿Qué es lo que quedará de papá?

Las preguntas se pierde entre los jadeos y, algunas veces, gritos de dolor y agonía.

Mi pregunta ya no es mi pregunta

Mi pregunta soy yo









   El chasquido de gotas repiqueteaba sobre la acera. El chaparrón había durado cerca de quince minutos. Sobre la ventana fría dejaba ver todo el exterior bañado por la lluvia, él, buscaba el recuerdo que lo pudiera salvar; salvar por un momento, porque así como un recuerdo puede llevar al hombre a la locura, un recuerdo también puede salvarlo.

   Entre las baldosas, entre los ladrillos rasados, entre las columnas de hormigón y entre los tejados. En cada rincón acecha ese recuerdo. En cada rincón, en cada pequeño segmento de las simetrías urbanas se encuentra el recuerdo que pueda llegar a salvarlo.

   Miró la escena completa para que el recuerdo lo encuentre a él; realmente ya no tenía ganas de esforzarse. Toda la vida se había esforzado, a veces en vano, otras no. Pero ahora ya no quería esforzarse, ahora no.



Una navidad diferente

  “Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti” Friedrich Nietzsche        Pasó por la puerta principa...