miércoles, 28 de noviembre de 2018

Mar de fondo (o insuficiencia del lenguaje)

Una voz que se funde

Con el silencio

Y la profundidad del mar,

Me acecha en cada paso,

En cada armonía

Que trato de desarmar

Para volver a arrojarlas

A fundirlas

Con la sal

Y la voluptuosidad

Del abismo.



La metáfora que busco

No es suficiente:

Tampoco el lenguaje.



Yo no soy suficiente y la

Vida que me toca vivir

Es en el límite de todas

Estas insuficiencias

Áridas, estériles;

Que me interpelan

Para que las actualice

Y su entidad cobre sentido

En el mundo más absurdo

En el que he habitado.



Me despido de estos límites

De estas insuficiencias:
Finalmente

Me arrojo al mar

Al fagocitar del abismo.



A partir de ahora soy

La sal de los mares,

Las chispas cristalinas

Que brillan en la piel

Agreste de las afiladas rocas;

La madera del último bajel hundido,

La obscuridad sofocante

Del vientre marítimo,

También un rayo solar

Llegando a los filamentos

De las algas.



Me agotaré en cada verso

En cada poema que hable sobre el mar

Me agotaré tanto que será imposible

Volver a escribir y hablar sobre el mar:

Y así volveremos a coincidir

En la insuficiencia del lenguaje.



"Y es que es tan absurdo el mundo", decís

"Que tuvimos que inventar el lenguaje

Para darle sentido.



Tenés razón, te digo

Mientras me dejo ahogar en el agua.

Tenés razón

Tenés razó

Tenés raz

Tenés ra

Tenés r

Tenés

Tené

Ten

Te

T

.










Mar de fondo (o insuficiencia del lenguaje)

Una voz que se funde
Con el silencio
Y la profundidad del mar,
Me acecha en cada paso,
En cada armonía
Que trato de desarmar
Para volver a arrojarlas
A fundirlas
Con la sal
Y la voluptuosidad
Del abismo.

La metáfora que busco
No es suficiente:
Tampoco el lenguaje.

Yo no soy suficiente y la
Vida que me toca vivir
Es en el límite de todas
Estas insuficiencias
Áridas, estériles;
Que me interpelan
Para que las actualice
Y su entidad cobre sentido
En el mundo más absurdo
En el que he habitado.

Me despido de estos límites
De estas insuficiencias:
Finalmente
Me arrojo al mar
Al fagocitar del abismo.

A partir de ahora soy
La sal de los mares,
Las chispas cristalinas
Que brillan en la piel
Agreste de las afiladas rocas;
La madera del último bajel hundido,
La obscuridad sofocante
Del vientre marítimo,
También un rayo solar
Llegando a los filamentos
De las algas.

Me agotaré en cada verso
En cada poema que hable sobre el mar
Me agotaré tanto que será imposible
Volver a escribir y hablar sobre el mar:
Y así volveremos a coincidir
En la insuficiencia del lenguaje.

"Y es que es tan absurdo el mundo", decís
"Que tuvimos que inventar el lenguaje
Para darle sentido.

Tenés razón, te digo
Mientras me dejo ahogar en el agua.
Tenés razón
Tenés razó
Tenés raz
Tenés ra
Tenés r
Tenés
Tené
Ten
Te
T
.




Vientos de Cartago

La luz del sol bautiza


El nuevo día en el Bajo Flores.





¿Me dejará la Muerte 


Sobrevivir?


¿Me dejará que escriba 


Las memorias de estas calles


Agrestes?





El Kornesta muere de sobredosis


Sobre el asfalto del Bajo;


Camina en el limbo y nunca 


Se enterará que ha muerto.





Así como "la sonrisa de Gardel 


Ilumina la ciudad", la sonrisa del 


Korneta ilumina el Bajo Flores.





La brigada corre a unos pintas 


Que vuelven de comprar,


Los pirañas vuelven de 


La avenida Cobos con el botín 


Para fumar base.





Los peruanos cuentan billetes


Y billetes


Y los cartoneros salen de la villa


A juntar los restos que les ha dejado 


La ciudad clasemedia-burguesa.





Le pido a la Muerte que me absuelva


Tengo tanto para escribir.





En un volquete


Una mula yace muerta 


Con el estómago abierto.





Una chica 


Con la piel pegada a los huesos


Recuerda a esas


Postales de Auswitch:


Un genocidio lento y sistemático 


A la vista de todos.





Yo también camino en el limbo


Entre feriantes y remiseros


Albañiles y panaderos


Talleres clandestinos 


Y madres solteras.





Los poemas que escribí en Cartago


Ahora se los dedico a este barrio.





Ya es de tarde y la lluvia 


Repiquetea fresca y cortante.





La Muerte me absuelve 


Y el oficio de poeta me brinda.





Puede que yo también haya muerto


Como el Korneta. En ese caso firmará 


Mis poemas el Reybufón. 
















Vientos de Cartago

La luz del sol bautiza
El nuevo día en el Bajo Flores.

¿Me dejará la Muerte 
Sobrevivir?
¿Me dejará que escriba 
Las memorias de estas calles
Agrestes?

El Kornesta muere de sobredosis
Sobre el asfalto del Bajo;
Camina en el limbo y nunca 
Se enterará que ha muerto.

Así como "la sonrisa de Gardel 
Ilumina la ciudad", la sonrisa del 
Korneta ilumina el Bajo Flores.

La brigada corre a unos pintas 
Que vuelven de comprar,
Los pirañas vuelven de 
La avenida Cobos con el botín 
Para fumar base.

Los peruanos cuentan billetes
Y billetes
Y los cartoneros salen de la villa
A juntar los restos que les ha dejado 
La ciudad clasemedia-burguesa.

Le pido a la Muerte que me absuelva
Tengo tanto para escribir.

En un volquete
Una mula yace muerta 
Con el estómago abierto.

Una chica 
Con la piel pegada a los huesos
Recuerda a esas
Postales de Auswitch:
Un genocidio lento y sistemático 
A la vista de todos.

Yo también camino en el limbo
Entre feriantes y remiseros
Albañiles y panaderos
Talleres clandestinos 
Y madres solteras.

Los poemas que escribí en Cartago
Ahora se los dedico a este barrio.

Ya es de tarde y la lluvia 
Repiquetea fresca y cortante.

La Muerte me absuelve 
Y el oficio de poeta me brinda.

Puede que yo también haya muerto
Como el Korneta. En ese caso firmará 
Mis poemas el Reybufón. 





lunes, 26 de noviembre de 2018

Vi sus ojos incrustados

En papel secante;

La marea no se llevó

Todos mis recuerdos:

Son tantos que llenarían

Todos los océanos.



En la página siguiente

Están las instrucciones

Para hacer papel picado:

En caso de peligro

Abortar.



La luna que me estimula

Es la misma que deprime

Mi sistema nervioso

En invierno:

Si no fuera por la luna

Que sería de nosotros:

Los hombres lobos.



Ayer democracia

Hoy fascismo

La dictadura del proletariado

En 4 temporadas

De 13 capítulos

En la plataforma digital

Que menos te haga vomitar.



Juego a la ruleta rusa

Con un fierro de plástico

Con balas de salva

Y la promesa de no

Hacer promesas en un bidet

De plástico leyendo

Hojas de hierba.



Corrí hacia el palacio municipal

A reclamar mi deconstrucción

Segura y financiada con Tarjeta naranja

A menos que los couchs ontológicos

Y curas brasileros

Se afilien al mismo sindicato

De psicoanalistas Freudianos

Y Lacanianos.



Sigo esperado sentado al tsunami

De emociones que quedaron

Aplacadas por los fármacos

Y la apatía de los santurrones

De la salud mental.



Y finalmente

Si todo sigue así

Dispárenme a quemarropa

El juez de casación

Dice que soy un peligro para mí

Y el resto de la humanidad.



Háganle caso el juez

Seguramente habrá estudiado

Y debe comer con la boca cerrada;

No crean en simulacros de poetas:

Ninguna república los quiere,

La dictadura del proletariado tampoco.



Yo me voy silbando un tango de Carlitos:

"Mi Buenos Aires querido

Cuando  te vuelva a ver

Habrá muchas más penas y olvidos..."


















Vi sus ojos incrustados
En papel secante;
La marea no se llevó
Todos mis recuerdos:
Son tantos que llenarían
Todos los océanos.

En la página siguiente
Están las instrucciones
Para hacer papel picado:
En caso de peligro
Abortar.

La luna que me estimula
Es la misma que deprime
Mi sistema nervioso
En invierno:
Si no fuera por la luna
Que sería de nosotros:
Los hombres lobos.

Ayer democracia
Hoy fascismo
La dictadura del proletariado
En 4 temporadas
De 13 capítulos
En la plataforma digital
Que menos te haga vomitar.

Juego a la ruleta rusa
Con un fierro de plástico
Con balas de salva
Y la promesa de no
Hacer promesas en un bidet
De plástico leyendo
Hojas de hierba.

Corrí hacia el palacio municipal
A reclamar mi deconstrucción
Segura y financiada con Tarjeta naranja
A menos que los couchs ontológicos
Y curas brasileros
Se afilien al mismo sindicato
De psicoanalistas Freudianos
Y Lacanianos.

Sigo esperado sentado al tsunami
De emociones que quedaron
Aplacadas por los fármacos
Y la apatía de los santurrones
De la salud mental.

Y finalmente
Si todo sigue así
Dispárenme a quemarropa
El juez de casación
Dice que soy un peligro para mí
Y el resto de la humanidad.

Háganle caso el juez
Seguramente habrá estudiado
Y debe comer con la boca cerrada;
No crean en simulacros de poetas:
Ninguna república los quiere,
La dictadura del proletariado tampoco.

Yo me voy silbando un tango de Carlitos:
"Mi Buenos Aires querido
Cuando  te vuelva a ver
Habrá muchas más penas y olvidos..."








jueves, 22 de noviembre de 2018

Poesía hostil

Cruzo las mismas calles desérticas

De siempre.



La ciudad-laberinto

Se mantiene inmutable.



En una esquina espero a que

Se produzca el milagro.



La mariposa que bate sus alas

En Shangai, Burato

La Máciel o Estocolmo

Espera a que yo, bata

Mis alas,

Para que mi milagro la alcance

Y ya no ser

Víctimas ni victimarios

En este mundo hostil.



La televisión está apagada

Mi deseo profundo de autodestrucción

Se ha detenido.



Todas las veces que mentí

Y lastimé

Fue por ignorancia:

Estaba más preocupado

Por cambiar al mundo

Que a mí.



Pero aprendí la lección con dolor,

Como cuando mi abuela

Me azotó con un cable trenzado

Para que vaya al jardín.



Y ahora quiero ese milagro

Que espera por mí;

Quiero batir mis alas

Destruir este laberinto-ciudad

Y descansar en Shangai, Burato,

La Máciel o Estocolmo.



Espero sentado el próximo

Batir de alas de la mariposa.

Ella espera lo mismo de mí.



Finalmente pude cambiarme;

Al mundo no:

Sigue siendo hostil

Como la poesía escribo.










Poesía hostil

Cruzo las mismas calles desérticas
De siempre.

La ciudad-laberinto
Se mantiene inmutable.

En una esquina espero a que
Se produzca el milagro.

La mariposa que bate sus alas
En Shangai, Burato
La Máciel o Estocolmo
Espera a que yo, bata
Mis alas,
Para que mi milagro la alcance
Y ya no ser
Víctimas ni victimarios
En este mundo hostil.

La televisión está apagada
Mi deseo profundo de autodestrucción
Se ha detenido.

Todas las veces que mentí
Y lastimé
Fue por ignorancia:
Estaba más preocupado
Por cambiar al mundo
Que a mí.

Pero aprendí la lección con dolor,
Como cuando mi abuela
Me azotó con un cable trenzado
Para que vaya al jardín.

Y ahora quiero ese milagro
Que espera por mí;
Quiero batir mis alas
Destruir este laberinto-ciudad
Y descansar en Shangai, Burato,
La Máciel o Estocolmo.

Espero sentado el próximo
Batir de alas de la mariposa.
Ella espera lo mismo de mí.

Finalmente pude cambiarme;
Al mundo no:
Sigue siendo hostil
Como la poesía escribo.




jueves, 15 de noviembre de 2018

Con una servilleta de papel


Limpio la saliva que cae 


De su boca. 





¿Quién es mi mamá?, le digo 


En voz baja.


Sus ojos contestan,


Reconocen la palabra 


Y el sentimiento.





Lo digo en voz baja


Con vergüenza 


O por falta de costumbre


O porque no quiero que 


Me sorprendan diciendo:


Mamá.





Pero esa es la verdad


No sé decir mamá ni papá.





Y ahora se está acabando el tiempo 


O quizás no.



Sus ojos se pierden

Tratan de comunicar algo.



"¿Por qué te fuiste tanto tiempo?"



Fui a buscar a mis hermanos

Y los encontré

Quedate tranquila

Ya no están resentidos.



Uno se hace llamar Reybufón

El otro es El Poeta

Y no dejan de escribir;

Te escriben poemas y cuentos

Dicen que te aman

Dicen que ya están en paz

Y que vos también tenés

Que buscar la paz.



La enfermera se acerca

La observa, toma el pulso

Y confirma

Lo que no quiero que se

Confirme.



Cierra la llave del oxigeno

Y me mira. No hacen falta

Las palabras.



Yo debería estar muerto de miedo

Pero siento algo de paz entre el dolor.



El 16 de noviembre del 2016

Termina la vida de mi madre

Y yo empiezo a contar su historia:

La historia que nos redime

La historia que es mi deber contar

Porque si yo no cuento su historia

Nadie lo hará.  













Con una servilleta de papel
Limpio la saliva que cae 
De su boca. 

¿Quién es mi mamá?, le digo 
En voz baja.
Sus ojos contestan,
Reconocen la palabra 
Y el sentimiento.

Lo digo en voz baja
Con vergüenza 
O por falta de costumbre
O porque no quiero que 
Me sorprendan diciendo:
Mamá.

Pero esa es la verdad
No sé decir mamá ni papá.

Y ahora se está acabando el tiempo 
O quizás no.

Sus ojos se pierden
Tratan de comunicar algo.

"¿Por qué te fuiste tanto tiempo?"

Fui a buscar a mis hermanos
Y los encontré
Quedate tranquila
Ya no están resentidos.

Uno se hace llamar Reybufón
El otro es El Poeta
Y no dejan de escribir;
Te escriben poemas y cuentos
Dicen que te aman
Dicen que ya están en paz
Y que vos también tenés
Que buscar la paz.

La enfermera se acerca
La observa, toma el pulso
Y confirma
Lo que no quiero que se
Confirme.

Cierra la llave del oxigeno
Y me mira. No hacen falta
Las palabras.

Yo debería estar muerto de miedo
Pero siento algo de paz entre el dolor.

El 16 de noviembre del 2016
Termina la vida de mi madre
Y yo empiezo a contar su historia:
La historia que nos redime
La historia que es mi deber contar
Porque si yo no cuento su historia
Nadie lo hará.  




Las tortugas

La voz de Jhon Fogerty


Suena en los chaperios.





De lo que se llama "americanos"


Es lo único que reconozco.





Años y años escuchando 


Música sin saber quien

La interpreta.





Al igual que el cine.





Películas perdidas en el cable


Y las trasnoches de los canales 


De aire.





Pero de todas esas películas


Hay una que recuerdo 


En particular.





Tenía 7 años


En el final


El protagonista 


Se dejaba a ahogar 


En un mar azulino 


Cristalino 


Entre tortugas gigantes 


Que lo escoltaban hasta 


Las profundidades del abismo.





La imagen más poética


De la muerte que he visto 


En el cine.





A partir de ahí


Empecé a temerle a la muerte


Y a morir ahogado. 



















Las tortugas

La voz de Jhon Fogerty
Suena en los chaperios.

De lo que se llama "americanos"
Es lo único que reconozco.

Años y años escuchando 
Música sin saber quien
La interpreta.

Al igual que el cine.

Películas perdidas en el cable
Y las trasnoches de los canales 
De aire.

Pero de todas esas películas
Hay una que recuerdo 
En particular.

Tenía 7 años
En el final
El protagonista 
Se dejaba a ahogar 
En un mar azulino 
Cristalino 
Entre tortugas gigantes 
Que lo escoltaban hasta 
Las profundidades del abismo.

La imagen más poética
De la muerte que he visto 
En el cine.

A partir de ahí
Empecé a temerle a la muerte
Y a morir ahogado. 






miércoles, 14 de noviembre de 2018

El rengo

   La avenida Monteverde separa a Florencio Varela de Quilmes. Del lado de Quilmes, para conseguir pastillas hay que ir a Guadalupe, en Claypole. La única que vende es la Rosa y solo a la mañana, bien temprano, entre las 6 y 8 de la mañana. A veces hace excepciones pero son muy pocas.

   Del lado de Florencio Varela la única linea segura es la del viejo Váldez en el barrio La sirena. El viejo Váldez vive a dos casas del Negro Cala. Al  Negro Cala lo conocí en Mar del Plata limpiando vidrios. Cuando terminó la temporada volvimos en el tren y prometimos encontrarnos por la zona sur; y desde entonces siempre voy para su barrio a comprar pastillas.

   El viejo Váldez está sentado en una reposera. Parte de la familia lo acompaña, es sábado a la mañana y hace calor. Algunos toman cerveza y otros tereré. Llego saludo y pregunto si hay artanes y clonazepam. El viejo asiente con voz ronca  y tono de hampón. Le pregunto por preguntar si hay tamilam. El viejo dice que no se fabrican más. Hace el comentario de que la gente no podía dormir con esas pastillas. Cruzamos un par de palabras más y voy para lo del Negro cala.

   Ya hay cumbia puesta, se está cocinando una falda y el negro tiene la vicera cruzada y está en cuero, signo de que ya está re-loco. Se levanta a los gritos cuando me ve, me abraza y le pide a la mujer que traiga una cerveza. Hay una por la mitad pero no importa, cualquier excusa es válida para escabiar.



-¡Rosa!, trae una cerveza, vino el Negro a visitarnos-, dice el Cala abriendo un bagullo de porro.



   Con él están rancheando 3 pintas más. Hay 2 que son del barrio y los conozco. El tercero es un rengo que me lo presenta como el Juan. El Juan es uno de los tantos rengos que manguean en los trenes y en la capital. Me saludo con indiferencia, casi con desprecio. Se nota la desconfianza mientras la cerveza circula por la ronda. Sin que los demás me vean le paso media artane al Cala. Pregunto si puedo ponerle una clonazepam a la cerveza y el resto asiente, no tienen problemas: La Sirena es un barrio de pastilleros.

   El Negro me presenta con el resto. Cuenta las andadas en Mar del Plata, nos reímos mientras esperamos la falda que cocina la mujer del Cala. El Juan de a poco se empieza a soltar. El cóctel de pastillas, cerveza y faso ya está haciendo efecto.

   Ya entrado en confianza cuenta como perdió la pierna. Fueron a laburar con otro compañero a la capital. Metieron caño en un kiosko, el dueño se retoba, el compañero le pega un tiro en el cuello al viejo y muere casi en el acto. Alguien avisa a la policía y cuando estaban huyendo lo cercan. Al compañero lo acribillan en el acto. El Juan se escapa y toma de rehen a la mujer del kioskero y pretende fugarse con la señora como escudo humano. Como siempre el Juan anda empastillado, por lo que no responde con lucidez. Según él lo acorralan, le piden que suelte a la señora. Pero él está tan loco que en todo momento amenaza con matarla. Uno de los cobanis que estaba con una escopeta ve un tiro seguro en uno de los movimientos que hace el Juan con su rehén. El gorra no duda y le vuela la pierna izquierda. La señora se suelta y el Juan queda por el resto de su vida con una pierna sola.

    Mientras comenta la secuencia se fuma casi todo el porro que le habían pasado. El Cala le dice que pase el porro, que no está fumando solo. No queda casi nada, el Cala vuelve a armar otro porro. Mientras tanto el Juan profesa su odio hacia la policía. Odio, resentimiento, veneno gangrenando la sangre.

    Mi imaginación esquizoide estimulada por la drogas me recreó todo el escenario que él Juan me pintaba. y en efecto ese resentimiento con la policía estaba bien justificado. Pero lo que él no podía ver, era al viejo que había matado, a la mujer que había quedado viuda, a su compañero que había muerto y al gorra, que después de todo solo le voló la pierna y no lo mató. Se sabe que la policía en estos episodios tienen toda la libertad para masacrarte y dibujar la escena a favor de ellos. Sin embargo ese gorra le había perdonado la vida. Pero esto el Juan no le ve y quizás no lo vea nunca.

   En cada porro que se arranca y pasa por el Juan, el Negro Cala le tiene que decir que lo pase. El Juan se cree con el derecho a fumarse todo el faso por su condición. Creo que el resentimiento es la droga más dura.





    Un día pasa por la casa de mi madre un rengo mangueando. El mismo verso de siempre: que no hay trabajo, que es portador de h.i.v, si pueden ayudarlo con algo, etc, etc. Lo escucho desde adentro de la casa y recuerdo al Juan. Mi madre le da un par de billetes, el rengo le agradece y le dice que dios la va a bendecir. Mi madre vuelve adentro y me pregunta( ya que yo anduve en la calle) por qué hay tantos chicos jóvenes discapacitados. Ella quiere saber como este pibe perdió su pierna. Yo le digo que en enfrentamientos policiales es lo más seguro. "Claro", dice ella fumando y tomando mate.
































































El rengo

   La avenida Monteverde separa a Florencio Varela de Quilmes. Del lado de Quilmes, para conseguir pastillas hay que ir a Guadalupe, en Claypole. La única que vende es la Rosa y solo a la mañana, bien temprano, entre las 6 y 8 de la mañana. A veces hace excepciones pero son muy pocas.
   Del lado de Florencio Varela la única linea segura es la del viejo Váldez en el barrio La sirena. El viejo Váldez vive a dos casas del Negro Cala. Al  Negro Cala lo conocí en Mar del Plata limpiando vidrios. Cuando terminó la temporada volvimos en el tren y prometimos encontrarnos por la zona sur; y desde entonces siempre voy para su barrio a comprar pastillas.
   El viejo Váldez está sentado en una reposera. Parte de la familia lo acompaña, es sábado a la mañana y hace calor. Algunos toman cerveza y otros tereré. Llego saludo y pregunto si hay artanes y clonazepam. El viejo asiente con voz ronca  y tono de hampón. Le pregunto por preguntar si hay tamilam. El viejo dice que no se fabrican más. Hace el comentario de que la gente no podía dormir con esas pastillas. Cruzamos un par de palabras más y voy para lo del Negro cala.
   Ya hay cumbia puesta, se está cocinando una falda y el negro tiene la vicera cruzada y está en cuero, signo de que ya está re-loco. Se levanta a los gritos cuando me ve, me abraza y le pide a la mujer que traiga una cerveza. Hay una por la mitad pero no importa, cualquier excusa es válida para escabiar.

-¡Rosa!, trae una cerveza, vino el Negro a visitarnos-, dice el Cala abriendo un bagullo de porro.

   Con él están rancheando 3 pintas más. Hay 2 que son del barrio y los conozco. El tercero es un rengo que me lo presenta como el Juan. El Juan es uno de los tantos rengos que manguean en los trenes y en la capital. Me saludo con indiferencia, casi con desprecio. Se nota la desconfianza mientras la cerveza circula por la ronda. Sin que los demás me vean le paso media artane al Cala. Pregunto si puedo ponerle una clonazepam a la cerveza y el resto asiente, no tienen problemas: La Sirena es un barrio de pastilleros.
   El Negro me presenta con el resto. Cuenta las andadas en Mar del Plata, nos reímos mientras esperamos la falda que cocina la mujer del Cala. El Juan de a poco se empieza a soltar. El cóctel de pastillas, cerveza y faso ya está haciendo efecto.
   Ya entrado en confianza cuenta como perdió la pierna. Fueron a laburar con otro compañero a la capital. Metieron caño en un kiosko, el dueño se retoba, el compañero le pega un tiro en el cuello al viejo y muere casi en el acto. Alguien avisa a la policía y cuando estaban huyendo lo cercan. Al compañero lo acribillan en el acto. El Juan se escapa y toma de rehen a la mujer del kioskero y pretende fugarse con la señora como escudo humano. Como siempre el Juan anda empastillado, por lo que no responde con lucidez. Según él lo acorralan, le piden que suelte a la señora. Pero él está tan loco que en todo momento amenaza con matarla. Uno de los cobanis que estaba con una escopeta ve un tiro seguro en uno de los movimientos que hace el Juan con su rehén. El gorra no duda y le vuela la pierna izquierda. La señora se suelta y el Juan queda por el resto de su vida con una pierna sola.
    Mientras comenta la secuencia se fuma casi todo el porro que le habían pasado. El Cala le dice que pase el porro, que no está fumando solo. No queda casi nada, el Cala vuelve a armar otro porro. Mientras tanto el Juan profesa su odio hacia la policía. Odio, resentimiento, veneno gangrenando la sangre.
    Mi imaginación esquizoide estimulada por la drogas me recreó todo el escenario que él Juan me pintaba. y en efecto ese resentimiento con la policía estaba bien justificado. Pero lo que él no podía ver, era al viejo que había matado, a la mujer que había quedado viuda, a su compañero que había muerto y al gorra, que después de todo solo le voló la pierna y no lo mató. Se sabe que la policía en estos episodios tienen toda la libertad para masacrarte y dibujar la escena a favor de ellos. Sin embargo ese gorra le había perdonado la vida. Pero esto el Juan no le ve y quizás no lo vea nunca.
   En cada porro que se arranca y pasa por el Juan, el Negro Cala le tiene que decir que lo pase. El Juan se cree con el derecho a fumarse todo el faso por su condición. Creo que el resentimiento es la droga más dura.


    Un día pasa por la casa de mi madre un rengo mangueando. El mismo verso de siempre: que no hay trabajo, que es portador de h.i.v, si pueden ayudarlo con algo, etc, etc. Lo escucho desde adentro de la casa y recuerdo al Juan. Mi madre le da un par de billetes, el rengo le agradece y le dice que dios la va a bendecir. Mi madre vuelve adentro y me pregunta( ya que yo anduve en la calle) por qué hay tantos chicos jóvenes discapacitados. Ella quiere saber como este pibe perdió su pierna. Yo le digo que en enfrentamientos policiales es lo más seguro. "Claro", dice ella fumando y tomando mate.































martes, 13 de noviembre de 2018

Camino por las calles

Con una bolsa de consorcio

Negra.



Una frazada y un libro

De Khalil Gibran

Son mis únicas pertenencias

Terrenales.



El deseo de huir de casa

Desde los 12 años

Me ha traído hasta aquí.



Camino camino camino

Y cuando puedo como

Los restos que me tocan;

Y a veces no me toca nada:

Solo frío y soledad

En una ciudad más fría y solitaria

Que yo.



En la noche preparo

Mi cama nómade

Sobre un banco de cemento.

Los 25 años me sorprenden

En la intemperie.



Con los zapatos de un filósofo

Que conocí en el Riachuelo

Me hago una almohada.

Un poeta de Puerto Madero

Me da una imagen para un sueño.



Un poema que escribiré muchos

Años después, sueño

En esa banca de cemento.



Se presenta en la noche onírica

Y se despliega por las vastas

Regiones de mi Ser.



La noche es eterna

El sueño es eterno

No se puede calcular

El tiempo en la eternidad.



Cuando despierto

Mi almohada no está

Alguien robó los zapatos

Del filósofo.



Camino descalzo y con mi

Bolsa negra

Mi frazada

Y mi libro

Y con la certeza, del deseo

De poder escribir esos poemas

Algún día.



El deseo:

El mismo deseo

Que me trajo hasta aquí;

El mismo deseo

Que me sacará de aquí

El mismo deseo que escribe estos

Versos

Y que algún día pienso escribir.



Este deseo empezó a los 12 años

Ahora tengo 25.



¿Cuándo podré escribir esto?

Me digo, mientras camino

Descalzo por la 9 de julio.



"Algún día llegará ese día"

Escucho mientras me pruebo

Un par de zapatos encontrados

En la basura. Algún día, pienso

Probándome los zapatos.



Me quedan a la perfección

Y sigo caminando

Caminando

Caminando.














Camino por las calles
Con una bolsa de consorcio
Negra.

Una frazada y un libro
De Khalil Gibran
Son mis únicas pertenencias
Terrenales.

El deseo de huir de casa
Desde los 12 años
Me ha traído hasta aquí.

Camino camino camino
Y cuando puedo como
Los restos que me tocan;
Y a veces no me toca nada:
Solo frío y soledad
En una ciudad más fría y solitaria
Que yo.

En la noche preparo
Mi cama nómade
Sobre un banco de cemento.
Los 25 años me sorprenden
En la intemperie.

Con los zapatos de un filósofo
Que conocí en el Riachuelo
Me hago una almohada.
Un poeta de Puerto Madero
Me da una imagen para un sueño.

Un poema que escribiré muchos
Años después, sueño
En esa banca de cemento.

Se presenta en la noche onírica
Y se despliega por las vastas
Regiones de mi Ser.

La noche es eterna
El sueño es eterno
No se puede calcular
El tiempo en la eternidad.

Cuando despierto
Mi almohada no está
Alguien robó los zapatos
Del filósofo.

Camino descalzo y con mi
Bolsa negra
Mi frazada
Y mi libro
Y con la certeza, del deseo
De poder escribir esos poemas
Algún día.

El deseo:
El mismo deseo
Que me trajo hasta aquí;
El mismo deseo
Que me sacará de aquí
El mismo deseo que escribe estos
Versos
Y que algún día pienso escribir.

Este deseo empezó a los 12 años
Ahora tengo 25.

¿Cuándo podré escribir esto?
Me digo, mientras camino
Descalzo por la 9 de julio.

"Algún día llegará ese día"
Escucho mientras me pruebo
Un par de zapatos encontrados
En la basura. Algún día, pienso
Probándome los zapatos.

Me quedan a la perfección
Y sigo caminando
Caminando
Caminando.






lunes, 12 de noviembre de 2018

Pies de barro

Voy corriendo descalzo

Por calles de barro

Con pies de barro

Y sonrisa de barro.



Respiro aire saturado

En metales pesados

Y mi pensamiento está

Vigilado por la policía

De la Moral.



Dicen que nací en el 80

En plena dictadura militar

Entre razzias y picanas

Saturadas con resentimiento

Por la policía de la Moral

De esa época.



Sigo corriendo descalzo

Mi sonrisa cada vez es más ancha

La policía de la Moral

No puede armarme un caso.



No saben que he pagado

Todas mis deudas

A Caronte, el barquero

Las mías

De mamá

Y mis abuelos,

Ya he agotado todas las

Instituciones

Y mis pies de barro

No se cansan de correr

De manchar las alfombras

De los poderosos

Que me invitan a cenar

Para poder denunciarme

Con la policía de la Moral.



"Rece 10 padres nuestros"

"90 días de arresto"

"Terapia de shocks, 2 veces por día"

"2 miligramos de Risperidona"

"Hay que preservar la Moral

Y las buenas costumbres"

"Hay que comer con la boca cerrada"

"Se escribe todes, no todos"

"No seas negro"

"Yo digo negro de mente"

"Si te hubiera agarrado robando

Yo mismo te mato"

"Qué podés esperar de estos negros"

"Tuve abortos y me quedé

Con el peor hijo"

"Firma el juicio abreviado y te vas"

"Sí. Te hacés cargo del robo,

Si no cumplís 6 meses efectivo

En el penal"

" Su nieto no sirve para esta escuela,

Yo lo hago pasar pero lo tiene

Que sacar de acá"

"Seño, ¿me puedo cambiar? tiene olor él"

"Hijo de puta, ahora es fácil agachar

La cabeza"

"¿Qué es lo que te falta?

Si acá tenés todo?"

"Si no traes receta rosa

No te puedo vender"

"Llevate 2 tabletas y te hago

El 15 de descuento"

"Ya te vas a dar la cabeza contra

La pared y te vas a acordar de mí"

"Anda, bañate y después seguimos"

"A su hijo hay que internarlo,

Es un peligro para él mismo

Y para el resto"

"¿Cómo te hiciste esa cicatriz?,

Bueno, si quedás te llamamos"

"Ya tomamos"

"Tenés que traer curriculum"

"Si no te gusta el trabajo

Te podés ir, las puertas están

Abiertas"

"Es la primera vez que pasa esto

En la universidad"

"Que alguien diga que consume drogas"

"Cuando se haga el juicio

No pueden decir nada"

"¿Sabe leer y escribir?"

"Disculpeme, ya sé que usted no es

Un número."





Es una mañana clara y fresca

Llovió toda la noche

Mi abuela ya cerró el almacén

Y se va a dormir la siesta.



Los pibes van para la canchita

Sé que tengo 5 años

Y tuve un sueño de los más raros

En la noche.

No puedo recordarlo en su totalidad.



Los pibes me gritan

Ya están pateando

Entonces

Voy corriendo descalzo

Por calles de barro

Con pies de barro

Y sonrisa de barro.


















Pies de barro

Voy corriendo descalzo
Por calles de barro
Con pies de barro
Y sonrisa de barro.

Respiro aire saturado
En metales pesados
Y mi pensamiento está
Vigilado por la policía
De la Moral.

Dicen que nací en el 80
En plena dictadura militar
Entre razzias y picanas
Saturadas con resentimiento
Por la policía de la Moral
De esa época.

Sigo corriendo descalzo
Mi sonrisa cada vez es más ancha
La policía de la Moral
No puede armarme un caso.

No saben que he pagado
Todas mis deudas
A Caronte, el barquero
Las mías
De mamá
Y mis abuelos,
Ya he agotado todas las
Instituciones
Y mis pies de barro
No se cansan de correr
De manchar las alfombras
De los poderosos
Que me invitan a cenar
Para poder denunciarme
Con la policía de la Moral.

"Rece 10 padres nuestros"
"90 días de arresto"
"Terapia de shocks, 2 veces por día"
"2 miligramos de Risperidona"
"Hay que preservar la Moral
Y las buenas costumbres"
"Hay que comer con la boca cerrada"
"Se escribe todes, no todos"
"No seas negro"
"Yo digo negro de mente"
"Si te hubiera agarrado robando
Yo mismo te mato"
"Qué podés esperar de estos negros"
"Tuve abortos y me quedé
Con el peor hijo"
"Firma el juicio abreviado y te vas"
"Sí. Te hacés cargo del robo,
Si no cumplís 6 meses efectivo
En el penal"
" Su nieto no sirve para esta escuela,
Yo lo hago pasar pero lo tiene
Que sacar de acá"
"Seño, ¿me puedo cambiar? tiene olor él"
"Hijo de puta, ahora es fácil agachar
La cabeza"
"¿Qué es lo que te falta?
Si acá tenés todo?"
"Si no traes receta rosa
No te puedo vender"
"Llevate 2 tabletas y te hago
El 15 de descuento"
"Ya te vas a dar la cabeza contra
La pared y te vas a acordar de mí"
"Anda, bañate y después seguimos"
"A su hijo hay que internarlo,
Es un peligro para él mismo
Y para el resto"
"¿Cómo te hiciste esa cicatriz?,
Bueno, si quedás te llamamos"
"Ya tomamos"
"Tenés que traer curriculum"
"Si no te gusta el trabajo
Te podés ir, las puertas están
Abiertas"
"Es la primera vez que pasa esto
En la universidad"
"Que alguien diga que consume drogas"
"Cuando se haga el juicio
No pueden decir nada"
"¿Sabe leer y escribir?"
"Disculpeme, ya sé que usted no es
Un número."


Es una mañana clara y fresca
Llovió toda la noche
Mi abuela ya cerró el almacén
Y se va a dormir la siesta.

Los pibes van para la canchita
Sé que tengo 5 años
Y tuve un sueño de los más raros
En la noche.
No puedo recordarlo en su totalidad.

Los pibes me gritan
Ya están pateando
Entonces
Voy corriendo descalzo
Por calles de barro
Con pies de barro
Y sonrisa de barro.








viernes, 9 de noviembre de 2018

Barrio Chino

   Saltamos por la reja y cruzamos la vía electrificada. Es de noche y los contenedores descansan bajo la pálida luz de la luna. El tren de pasajeros pasa para Saldías. La 31 ya está cerca. Entramos por uno de los laterales de la villa. Un hueco entre las construcciones todas pegadas unas con otros. El pasillo es oscuro, por momentos asfixiante. A pocos metros se abre otro pasillo más grande, el pasillo que lleva para el Barrio Chino en donde están los paraguayos.

   Doblamos para la izquierda y a poco metros un fisura está pegado a la pared con una 9 milimetros en la mano derecha. Se nota que es un paquero. El pecho se le infla como un fuelle y la 9 hace alusión a la paranoia que está sufriendo.

   -¿Todo bien loco?-, dice con el fierro en la mano y la mandíbula apretada.

   -Todo bien-, dice el Chaqueno y lo dejamos al pinta pegado a la pared con el pecho por estallar.



    En un bar de bolivianos se escucha música boliviana. Una postal de toda villa. Dos agentes de la policía federal uniformados bailan con unas bolivianas borrachas al lado de la rockolla. La villa está activa. Música, falopa y alcohol por todos lados. A medida que nos acercamos a la canchita del Barrio Chino se ven como los pintas vienen de comprar. En un rincón, acovachados, están preparando una pipa con una lata de cerveza. Mientras uno arma la pipa, otros dos fuman cigarrillos y guardan las cenizas en tapitas de gaseosa. Caminamos a nuestras anchas por estos pasillos.

   Es fácil darse cuenta donde está la linea. Vamos para allá, dos ya están volviendo con sus bolsas y ya las van abriendo. Llegamos y no hay paraguayos vendiendo, hay un porteño y está duro como el pinta pegado a la pared con el fierro. El Chaqueño le pide 4 mercas, el chanta saca de una bolsa 4 bolsitas atadas con una cinta roja. Es obvio que la merca es de Flores. La cinta roja es para la merca y la cinta negra para la base: el sello de los narcos peruanos de Flores. Lo dejamos mientras más gente llega a comprar. Desde la parte delantera de la villa el sistema de alarma se activa. Alguien vio a la brigada en la villa y dan alerta gritando de cuadra en cuadra. Como si el eco de una voz que viene creciendo metro a metro se escucha:"¡Viene la brigada!"El tranza y lo dos mulos desaparecen instantáneamente.

 Decidimos no volver por el mismo camino. Salimos por la parte de atrás del Barrio Chino, por donde están los chatarreros.

    Estamos a salvo, a salvo de la villa y la brigada. Vamos hacia las vías y viene un tren de pasajeros desde Saldías. Los contenedores siguen descansando; descansando bajo la pálida luz de luna. Una estrella fugaz cruza el cielo de Retiro mientras abrimos una bolsa. Pienso en pedir un deseo, pero nuestros deseos no están en el cielo, están en estas pequeñas bolsas.










Barrio Chino

   Saltamos por la reja y cruzamos la vía electrificada. Es de noche y los contenedores descansan bajo la pálida luz de la luna. El tren de pasajeros pasa para Saldías. La 31 ya está cerca. Entramos por uno de los laterales de la villa. Un hueco entre las construcciones todas pegadas unas con otros. El pasillo es oscuro, por momentos asfixiante. A pocos metros se abre otro pasillo más grande, el pasillo que lleva para el Barrio Chino en donde están los paraguayos.
   Doblamos para la izquierda y a poco metros un fisura está pegado a la pared con una 9 milimetros en la mano derecha. Se nota que es un paquero. El pecho se le infla como un fuelle y la 9 hace alusión a la paranoia que está sufriendo.
   -¿Todo bien loco?-, dice con el fierro en la mano y la mandíbula apretada.
   -Todo bien-, dice el Chaqueno y lo dejamos al pinta pegado a la pared con el pecho por estallar.

    En un bar de bolivianos se escucha música boliviana. Una postal de toda villa. Dos agentes de la policía federal uniformados bailan con unas bolivianas borrachas al lado de la rockolla. La villa está activa. Música, falopa y alcohol por todos lados. A medida que nos acercamos a la canchita del Barrio Chino se ven como los pintas vienen de comprar. En un rincón, acovachados, están preparando una pipa con una lata de cerveza. Mientras uno arma la pipa, otros dos fuman cigarrillos y guardan las cenizas en tapitas de gaseosa. Caminamos a nuestras anchas por estos pasillos.
   Es fácil darse cuenta donde está la linea. Vamos para allá, dos ya están volviendo con sus bolsas y ya las van abriendo. Llegamos y no hay paraguayos vendiendo, hay un porteño y está duro como el pinta pegado a la pared con el fierro. El Chaqueño le pide 4 mercas, el chanta saca de una bolsa 4 bolsitas atadas con una cinta roja. Es obvio que la merca es de Flores. La cinta roja es para la merca y la cinta negra para la base: el sello de los narcos peruanos de Flores. Lo dejamos mientras más gente llega a comprar. Desde la parte delantera de la villa el sistema de alarma se activa. Alguien vio a la brigada en la villa y dan alerta gritando de cuadra en cuadra. Como si el eco de una voz que viene creciendo metro a metro se escucha:"¡Viene la brigada!"El tranza y lo dos mulos desaparecen instantáneamente.
 Decidimos no volver por el mismo camino. Salimos por la parte de atrás del Barrio Chino, por donde están los chatarreros.
    Estamos a salvo, a salvo de la villa y la brigada. Vamos hacia las vías y viene un tren de pasajeros desde Saldías. Los contenedores siguen descansando; descansando bajo la pálida luz de luna. Una estrella fugaz cruza el cielo de Retiro mientras abrimos una bolsa. Pienso en pedir un deseo, pero nuestros deseos no están en el cielo, están en estas pequeñas bolsas.




jueves, 8 de noviembre de 2018

Recorro las calles

De un país anacrónico

Lisérgico.



Recorro sus tachos

De basura y su

Basura espiritual.



En todas las manzanas

Se encuentran blisters

De Sildenafil(viagra):

Lo que quiere decir que

Este país lisérgico

No sabe disfrutar;

Es impotente.



Sus calles son grises

Y solitarias,

Las almas nocturnas

Que las recorren

Son grises y solitarias.



Me detengo en una ventana

Y veo una familia gris y solitaria.



En una vidriera

Me veo gris y solitario

Y consumo drogas

Que cada vez me hacen mas

Gris y solitario.



Yo tampoco sé disfrutar

Yo también soy impotente

En este país lisérgico

Que no sabe disfrutar.



Sigo recorriendo sus calles

Y finalmente llego

Al final;

El país anacrónico

Y lisérgico se termina.



Seguramente en el país Real

No haga falta el sildenafil

Y yo no necesité drogas,

Para disfrutar

No seré gris ni solitario.



Ese debe ser un gran país

Me digo

Y cruzo con toda confianza.
Recorro las calles
De un país anacrónico
Lisérgico.

Recorro sus tachos
De basura y su
Basura espiritual.

En todas las manzanas
Se encuentran blisters
De Sildenafil(viagra):
Lo que quiere decir que
Este país lisérgico
No sabe disfrutar;
Es impotente.

Sus calles son grises
Y solitarias,
Las almas nocturnas
Que las recorren
Son grises y solitarias.

Me detengo en una ventana
Y veo una familia gris y solitaria.

En una vidriera
Me veo gris y solitario
Y consumo drogas
Que cada vez me hacen mas
Gris y solitario.

Yo tampoco sé disfrutar
Yo también soy impotente
En este país lisérgico
Que no sabe disfrutar.

Sigo recorriendo sus calles
Y finalmente llego
Al final;
El país anacrónico
Y lisérgico se termina.

Seguramente en el país Real
No haga falta el sildenafil
Y yo no necesité drogas,
Para disfrutar
No seré gris ni solitario.

Ese debe ser un gran país
Me digo
Y cruzo con toda confianza.

El castillo

El guardián está por cerrar

Las puertas del Castillo.



Lo saben las pulgas del

Cuello de su abrigo.



Fue una de esas pulgas

La que me dice el secreto,

Que esa puerta es para mí.



Accedo a la Ley

Al Castillo

Al absurdo

Al exceso

A la violencia física

E institucional:

Cada guardiánburócrata

Al que me enfrento

Es más poderoso que el anterior.



Y voy pasado pórticos

Y pórticos

Guardianesburócratas y pulgas.



Son fines de los 90´s

El fin de una época obscura

Y nefasta.

El Terrorismo de Estado

Sigue presente en las calles.



El Castillo es un bar de mala muerte.



Es una madrugada de año nuevo. Y un

Cuchillo clavado en un estómago

Desata la violencia contenida

Por años de terror, picanas

Y desaparecidos.



Todos los que se presentaron

Ante la Ley esa madrugada

Ganaron sus litigios

A fuerza de botellazos

Sillas rotas en las espaldas

Cueros cabelludos cortados

Y sangre coagulándose

En el piso.



Salí ileso del Castillo

Y supe con apenas 19 años

Que ganaría todos

Los litigios.



Cada vez que paso por el Castillo

Saludo al guardián

Y a las pulgas del cuello

De sus saco.



Sabemos que nos conocemos

Sabemos que nos volveremos a ver.

El castillo

El guardián está por cerrar
Las puertas del Castillo.

Lo saben las pulgas del
Cuello de su abrigo.

Fue una de esas pulgas
La que me dice el secreto,
Que esa puerta es para mí.

Accedo a la Ley
Al Castillo
Al absurdo
Al exceso
A la violencia física
E institucional:
Cada guardiánburócrata
Al que me enfrento
Es más poderoso que el anterior.

Y voy pasado pórticos
Y pórticos
Guardianesburócratas y pulgas.

Son fines de los 90´s
El fin de una época obscura
Y nefasta.
El Terrorismo de Estado
Sigue presente en las calles.

El Castillo es un bar de mala muerte.

Es una madrugada de año nuevo. Y un
Cuchillo clavado en un estómago
Desata la violencia contenida
Por años de terror, picanas
Y desaparecidos.

Todos los que se presentaron
Ante la Ley esa madrugada
Ganaron sus litigios
A fuerza de botellazos
Sillas rotas en las espaldas
Cueros cabelludos cortados
Y sangre coagulándose
En el piso.

Salí ileso del Castillo
Y supe con apenas 19 años
Que ganaría todos
Los litigios.

Cada vez que paso por el Castillo
Saludo al guardián
Y a las pulgas del cuello
De sus saco.

Sabemos que nos conocemos
Sabemos que nos volveremos a ver.

lunes, 5 de noviembre de 2018

El exilio

Veo a la pared de eucaliptus

Frescos, salvajes y añejos

Trabajar en mi memoria.



Hace más de 10 años

Cuando dormía en la

Plazoleta de la embajada de Francia;

Veía bloques de hormigón y acero.



Amanecía entre las 6 y las 7

Y después de las 12 anochecía,

Los bloques de hormigón

Tapaban la luz del sol.



Recuerdo esas noches

Cuando 9 de julio estaba desierta

Y me tapaba con una frazada

Del gobierno de la ciudad,

Mirar a esas ventanas

En los bloques de hormigón

Y los imaginaba alegres,

Felices, sin preocupaciones:

"Ellos tienen donde vivir,

Tienen dinero, viven en uno

De los barrios más elegantes

De Buenos Aires", recuerdo que

Pensaba envuelto con mi frazada

Neurótico, adicto, depresivo

Y miserable.



Me gustan los días de mucho viento.



Los eucaliptus susurran,

El viento silba entre

Sus ramas añejadas.

El silbido de la fricción

Es la música que disfruto.



A veces subo al techo a contemplar

Esa música

Y sigo pensando en esos años,

Los años de los bloques de hormigón.



Hoy, a través de la tecnología

Puedo ver en esas ventanas

De los bloques

Y veo gente neurótica , adicta,

Depresiva y miserable.



Veo el amanecer a las 7

Y el trayecto del sol solo

Es empañado un poco

Por la pared de eucaliptus

A eso de las 11.

Veo como se pierde en el horizonte

Al atardecer.



Mi vida ya nos es la del exilio

En la embajada de Francia.



Volví a casa a servir a mis padres.



Y los eucaliptus

Que sigan susurrando

Y desgarrando la forma del sol

A eso de las 11.






















El exilio

Veo a la pared de eucaliptus
Frescos, salvajes y añejos
Trabajar en mi memoria.

Hace más de 10 años
Cuando dormía en la
Plazoleta de la embajada de Francia;
Veía bloques de hormigón y acero.

Amanecía entre las 6 y las 7
Y después de las 12 anochecía,
Los bloques de hormigón
Tapaban la luz del sol.

Recuerdo esas noches
Cuando 9 de julio estaba desierta
Y me tapaba con una frazada
Del gobierno de la ciudad,
Mirar a esas ventanas
En los bloques de hormigón
Y los imaginaba alegres,
Felices, sin preocupaciones:
"Ellos tienen donde vivir,
Tienen dinero, viven en uno
De los barrios más elegantes
De Buenos Aires", recuerdo que
Pensaba envuelto con mi frazada
Neurótico, adicto, depresivo
Y miserable.

Me gustan los días de mucho viento.

Los eucaliptus susurran,
El viento silba entre
Sus ramas añejadas.
El silbido de la fricción
Es la música que disfruto.

A veces subo al techo a contemplar
Esa música
Y sigo pensando en esos años,
Los años de los bloques de hormigón.

Hoy, a través de la tecnología
Puedo ver en esas ventanas
De los bloques
Y veo gente neurótica , adicta,
Depresiva y miserable.

Veo el amanecer a las 7
Y el trayecto del sol solo
Es empañado un poco
Por la pared de eucaliptus
A eso de las 11.
Veo como se pierde en el horizonte
Al atardecer.

Mi vida ya nos es la del exilio
En la embajada de Francia.

Volví a casa a servir a mis padres.

Y los eucaliptus
Que sigan susurrando
Y desgarrando la forma del sol
A eso de las 11.










domingo, 4 de noviembre de 2018

   En el bolsillo pequeño de la mochilla encuentra un papel desgastado. Está doblado por la mitad. Lo extiende y lee: Pablo y un número de teléfono. Debe ser el hermano, piensa. Cierra la mochila y con el papel en la mano se dirige a un teléfono público. Introduce tres monedas de un  peso, marca, espera el tono y del otro lado lo atienden. Él dice que encontró el número en la mochila, que es amigo del Pipo. Del otro lado la persona que atiende le dice que es el hermano del Pipo. Pregunta si está en cana otra vez. Silencio. El hermano vuelve a preguntar con la voz quebrada. Ya lo empieza a presentir. Presentir de que se trata de una mala noticia. Él se lo dice directamente. Murió de una sobredosis hace poco. Se escucha el llanto a través del teléfono. Él se encuentra aplomado, estoico de este lado del teléfono. Lo deja llorar un rato.

    Cuando el hermano del Pipo se recompone, le dice que el cuerpo de su hermano lo tiene que ir a reconocer al hospital Fernández. El hermano le agradece por haber llamado. Le pregunta como se llama. Gastón, dice. Le pregunta en dónde lo puede encontrar. Él piensa, hace un silencio y corta.





   Llega a la Juncal antes del mediodía. Se sienta en en el pilar de luz tumbado que sirve como banco. Toma el devil stick, hace un par de movimientos para entrar en calor y cuando corta el semáforo sale a escena. Recoge monedas de dos autos. Vuelve al banco. Mira la mochila del Pipo, la abre y saca sus pelotas. Una está perdiendo arroz. Busca la cinta aisladora en la mochila y le pone unas cuantas vueltas de cinta para que no siga perdiendo arroz y el juego no se desequilibre al malabarear. Hoy va a ser un día de homenaje, piensa. Toma las pelotas y comienza a moverlas en el aire. Cuando ya tiene el control de estas empieza a hacer las figuras que hacía el pipo. No son complicadas, son 4 y sencillas.

  Sale al semáforo. Durante la rutina se recuerda a sí mismo cuando había empezado en los semáforos con pelotas similares a estas, y una rutina parecida a esta. En algunos momentos se desdobla. Se ve a sí mismo desde el banco. Por momentos lo ve al Pipo haciendo su rutina, lo ve saludando y cobrando entre los autos. Incluso lo ve al Pipo acercase y decirle: "Armate un faso rancho".   El semáforo corta y los autos avanzan. La imagen y el recuerdo del Pipo pareciera que se van con esos autos que se pierden entre los edificios de Juncal.

    Toma un billete que le pasan desde un Audi. Mientras está saliendo ve al Abuelo que viene de hacer las compras con unas cuantas bolsas. Cuando llega hasta donde está él, él se acerca y le ayuda con las bolsas. El Abuelo le pregunta como anda mientras cruzan Cerrito para ir a su casa. Le dice que bien. El Abuelo pregunta por el Pipo. Mientras le relata ve como las lágrimas corren por la cara del Abuelo. El Abuelo le dice que se quede tranquilo y que cualquier cosa que necesite, dinero o ayuda para hacer algún trámite con el cuerpo no dude en avisarle. Él le dice que de eso se va a ocupar el hermano. El Abuelo lo mira con compasión y le da un billete como todos los días. Vuelve corriendo al semáforo. Sigue con  la rutina, sigue juntando billetes  y monedas. Hace un recuento. Busca en la palmera el envase de cerveza y se va hasta el chino.

    Se arma un faso. Por momentos siente la presencia del Pipo, hasta su voz cree llegar a escuchar. Pero mira al semáforo y no está. Mira abajo de la palmera y no está fumando base. Mira por 9 de Julio y no viene de la villa desesperado. Mira al lado suyo y no está.

    Cuando termina la cerveza junta toda la plata y vuelve al chino. Le cambia todas las monedas por billetes. Se va hasta Plaza San Martín a tomar el subte. Llega y baja las escaleras. Se acerca al cobani que está en el molinete y le pregunta si lo deja pasar, que va hasta Independencia. El cobani no dice nada, solo le abre la puerta y lo deja pasar. El tren llega y se introduce rápido. Pasan las estaciones. Recuerda el sueño y puede verlo al Pipo rascarse los granos y comerse la piel. Sonríe y nadie se da cuenta de lo que a él le está pasando.

   Llega a Constitución. Sube las escaleras. El hall es un hormiguero. Al acercarse a lo molinetes ve que uno de los empleados está distraído. Pasa como si nada. El empleado no se entera. El trayecto es corto, se baja en Hipólito Irigoyen.



   

    La villa está tranquila. Se mete en el pasillo. Unos pintas están volviendo de comprar. Golpea en el portón de la Karina. La Karina no le abre, le dice desde el otro lado que no hay nada, que vaya a verlo a hermano. En la canchita está el Chino con dos mulos. Se lo ve contento. Le da la mano y le pide cuatro bolsas y dos piedras de faso. El Chino le pide las giladas a uno de sus mulos y se las pasa. Le paga, se vuelven a saludar y se va con toda la falopa. Cuando va por el pasillo se abre una bolsa y se la toma en dos saques. Guarda el resto de la merca en las medias. A una de las pelotas le saca cinta y mete las piedras por la ranura. Se va hasta Iriarte a tomar el 70. El bondi viene casi vacío. Se acomoda en el asiento de atrás junto a la ventana. La merca es buena. Apoya la cabeza en el vidrió. Siente la presencia del Pipo.







   Llega a la Juncal casi de noche. Se va hasta el chino a comprar una cerveza antes que cierre.

   El trámite es rápido. Vuelve y ya está la gente haciendo la cola en la plazoleta esperando el pan y facturas de La exposición. Se sienta en el banco a ver como la gente llega a la espera del pan. Abre otra bolsa, se toma un saque y un trago de cerveza. Busca la piedra de faso. Corta la mitad, lo desmorruga y lo arma con dos papelillos. Mientras lo prende y fuma llega la canasta de la panadería:ya son las nueve. Fuma caladas largas, las expulsa hacia arriba. Toma cerveza y escupe al piso. La realidad cambia, siente como está cambiando mientras fuma. Un cartonero de la 31 viene subiendo por Juncal. Le pregunta si sale una seca. Él le dice que sí. El cartonero acomoda su carro de ruedas de auto y se acerca a fumar. El pinta también fuma caladas largas. Se lo vuelve a pasar y él le dice que se lo quede. El cartonero agradece la onda. Lo apaga y se lo guarda en el bolsillo. También se pierde entre los edificios como la presencia del Pipo.

    Termina la cerveza y se va a mear abajo de la palmera. Cuando termina ve que la gente ya se ha llevado todo el pan y el canasto está volviendo a la panadería. Agarra la mochila del Pipo, mete las pelotas adentro y toma su mochila. Se cruza a la plazoleta. Busca en un canasto de basura algo para hacer un pozo. No encuentra nada. Sigue buscando y lo más práctico que encuentra es un pedazo de rama. Comienza a cavar. Hace un pozo no muy profundo. Abre la mochila del Pipo, busca las pelotas y las deja en el pozo. Al de las pelotas deja una bolsa de merca y una piedra de faso. Antes de ponerle la tierra encima se arma otro faso. Lo neva con un poco de merca. Tapa el pozo. Acomoda bien la tierra y prende el porro. Fuma una calada larga. Piensa. Fuma una calada larga. Siente. Fuma una calada larga y se le cristalizan los ojos. Vuelve a fumar y el pecho, como si fuera un a represa fisurada que no puede contener el agua que presiona desde el interior, expulsa todo el dolor contenido. Cae de rodillas frente al pozo que contiene los juguetes del Pipo. El pecho se le hace un fuelle. Llora desconsoladamente. En su boca se juntan las lágrimas y los mocos. Mocos que se traga por tener cocaína adherida. Vuelve a fumar, los ojos parecieran que van a estallar como su pecho. Todos los recuerdos destellan por su mente. Pero lo que tiene más presente es su voz en el sueño diciéndole: "Me voy con mi mamá rancho, me voy con mi mamá". Sigue llorando.

    Se recompone. Toma la mochila del Pipo y la tira en el canasto de basura. La bolsa que le queda se la toma de un saque. Sigue mirando al sepulcro simbólico. Fuma y su mirada dice la despedida, que se cuide, que se volverán a ver otra vez. Toma su mochila y se la cruza por el pecho. Mete la mano en el bolsillo, saca un montón de monedas, las mira un  segundo y las vuelve al bolsillo. "Adiós hermano", dice en su pensamiento. Se da vuelta y camina en dirección al Obelisco. Con el la mochila cruzada por su espalda y el los flecos del devil stick que salen de la mochila se aleja del Pipo. Se va a alejando arrojando humo hacia la cúpula oscura de la noche porteña. Se va alejando mientras los títulos empiezan a pasar por la pantalla y empieza a sonar Ciudad de pobres corazones de Fito Páez.








"En esta puta ciudad todo se incendia y se va,


matan a pobres corazones.


En esta sucia ciudad no hay que seguir ni parar,


ciudad de locos corazones.





No quiero salir a fumar,


no quiero salir a la calle con vos.


No quiero empezar a pensar


quién puso la yerba en ese viejo cajón.





Buen día lexotanil,


buen día señora, buen día doctor.


Maldito sea tu amor


tu inmenso reino y tu ansiado dolor.





¿Qué es lo que quieren de mí,


qué es lo que quieren saber?


No me verás arrodillado.





Dicen que ya no soy más yo,


que estoy más loco que ayer,




y matan a pobres corazones."








Fin 





















 
   En el bolsillo pequeño de la mochilla encuentra un papel desgastado. Está doblado por la mitad. Lo extiende y lee: Pablo y un número de teléfono. Debe ser el hermano, piensa. Cierra la mochila y con el papel en la mano se dirige a un teléfono público. Introduce tres monedas de un  peso, marca, espera el tono y del otro lado lo atienden. Él dice que encontró el número en la mochila, que es amigo del Pipo. Del otro lado la persona que atiende le dice que es el hermano del Pipo. Pregunta si está en cana otra vez. Silencio. El hermano vuelve a preguntar con la voz quebrada. Ya lo empieza a presentir. Presentir de que se trata de una mala noticia. Él se lo dice directamente. Murió de una sobredosis hace poco. Se escucha el llanto a través del teléfono. Él se encuentra aplomado, estoico de este lado del teléfono. Lo deja llorar un rato.
    Cuando el hermano del Pipo se recompone, le dice que el cuerpo de su hermano lo tiene que ir a reconocer al hospital Fernández. El hermano le agradece por haber llamado. Le pregunta como se llama. Gastón, dice. Le pregunta en dónde lo puede encontrar. Él piensa, hace un silencio y corta.


   Llega a la Juncal antes del mediodía. Se sienta en en el pilar de luz tumbado que sirve como banco. Toma el devil stick, hace un par de movimientos para entrar en calor y cuando corta el semáforo sale a escena. Recoge monedas de dos autos. Vuelve al banco. Mira la mochila del Pipo, la abre y saca sus pelotas. Una está perdiendo arroz. Busca la cinta aisladora en la mochila y le pone unas cuantas vueltas de cinta para que no siga perdiendo arroz y el juego no se desequilibre al malabarear. Hoy va a ser un día de homenaje, piensa. Toma las pelotas y comienza a moverlas en el aire. Cuando ya tiene el control de estas empieza a hacer las figuras que hacía el pipo. No son complicadas, son 4 y sencillas.
  Sale al semáforo. Durante la rutina se recuerda a sí mismo cuando había empezado en los semáforos con pelotas similares a estas, y una rutina parecida a esta. En algunos momentos se desdobla. Se ve a sí mismo desde el banco. Por momentos lo ve al Pipo haciendo su rutina, lo ve saludando y cobrando entre los autos. Incluso lo ve al Pipo acercase y decirle: "Armate un faso rancho".   El semáforo corta y los autos avanzan. La imagen y el recuerdo del Pipo pareciera que se van con esos autos que se pierden entre los edificios de Juncal.
    Toma un billete que le pasan desde un Audi. Mientras está saliendo ve al Abuelo que viene de hacer las compras con unas cuantas bolsas. Cuando llega hasta donde está él, él se acerca y le ayuda con las bolsas. El Abuelo le pregunta como anda mientras cruzan Cerrito para ir a su casa. Le dice que bien. El Abuelo pregunta por el Pipo. Mientras le relata ve como las lágrimas corren por la cara del Abuelo. El Abuelo le dice que se quede tranquilo y que cualquier cosa que necesite, dinero o ayuda para hacer algún trámite con el cuerpo no dude en avisarle. Él le dice que de eso se va a ocupar el hermano. El Abuelo lo mira con compasión y le da un billete como todos los días. Vuelve corriendo al semáforo. Sigue con  la rutina, sigue juntando billetes  y monedas. Hace un recuento. Busca en la palmera el envase de cerveza y se va hasta el chino.
    Se arma un faso. Por momentos siente la presencia del Pipo, hasta su voz cree llegar a escuchar. Pero mira al semáforo y no está. Mira abajo de la palmera y no está fumando base. Mira por 9 de Julio y no viene de la villa desesperado. Mira al lado suyo y no está.
    Cuando termina la cerveza junta toda la plata y vuelve al chino. Le cambia todas las monedas por billetes. Se va hasta Plaza San Martín a tomar el subte. Llega y baja las escaleras. Se acerca al cobani que está en el molinete y le pregunta si lo deja pasar, que va hasta Independencia. El cobani no dice nada, solo le abre la puerta y lo deja pasar. El tren llega y se introduce rápido. Pasan las estaciones. Recuerda el sueño y puede verlo al Pipo rascarse los granos y comerse la piel. Sonríe y nadie se da cuenta de lo que a él le está pasando.
   Llega a Constitución. Sube las escaleras. El hall es un hormiguero. Al acercarse a lo molinetes ve que uno de los empleados está distraído. Pasa como si nada. El empleado no se entera. El trayecto es corto, se baja en Hipólito Irigoyen.

   
    La villa está tranquila. Se mete en el pasillo. Unos pintas están volviendo de comprar. Golpea en el portón de la Karina. La Karina no le abre, le dice desde el otro lado que no hay nada, que vaya a verlo a hermano. En la canchita está el Chino con dos mulos. Se lo ve contento. Le da la mano y le pide cuatro bolsas y dos piedras de faso. El Chino le pide las giladas a uno de sus mulos y se las pasa. Le paga, se vuelven a saludar y se va con toda la falopa. Cuando va por el pasillo se abre una bolsa y se la toma en dos saques. Guarda el resto de la merca en las medias. A una de las pelotas le saca cinta y mete las piedras por la ranura. Se va hasta Iriarte a tomar el 70. El bondi viene casi vacío. Se acomoda en el asiento de atrás junto a la ventana. La merca es buena. Apoya la cabeza en el vidrió. Siente la presencia del Pipo.



   Llega a la Juncal casi de noche. Se va hasta el chino a comprar una cerveza antes que cierre.
   El trámite es rápido. Vuelve y ya está la gente haciendo la cola en la plazoleta esperando el pan y facturas de La exposición. Se sienta en el banco a ver como la gente llega a la espera del pan. Abre otra bolsa, se toma un saque y un trago de cerveza. Busca la piedra de faso. Corta la mitad, lo desmorruga y lo arma con dos papelillos. Mientras lo prende y fuma llega la canasta de la panadería:ya son las nueve. Fuma caladas largas, las expulsa hacia arriba. Toma cerveza y escupe al piso. La realidad cambia, siente como está cambiando mientras fuma. Un cartonero de la 31 viene subiendo por Juncal. Le pregunta si sale una seca. Él le dice que sí. El cartonero acomoda su carro de ruedas de auto y se acerca a fumar. El pinta también fuma caladas largas. Se lo vuelve a pasar y él le dice que se lo quede. El cartonero agradece la onda. Lo apaga y se lo guarda en el bolsillo. También se pierde entre los edificios como la presencia del Pipo.
    Termina la cerveza y se va a mear abajo de la palmera. Cuando termina ve que la gente ya se ha llevado todo el pan y el canasto está volviendo a la panadería. Agarra la mochila del Pipo, mete las pelotas adentro y toma su mochila. Se cruza a la plazoleta. Busca en un canasto de basura algo para hacer un pozo. No encuentra nada. Sigue buscando y lo más práctico que encuentra es un pedazo de rama. Comienza a cavar. Hace un pozo no muy profundo. Abre la mochila del Pipo, busca las pelotas y las deja en el pozo. Al de las pelotas deja una bolsa de merca y una piedra de faso. Antes de ponerle la tierra encima se arma otro faso. Lo neva con un poco de merca. Tapa el pozo. Acomoda bien la tierra y prende el porro. Fuma una calada larga. Piensa. Fuma una calada larga. Siente. Fuma una calada larga y se le cristalizan los ojos. Vuelve a fumar y el pecho, como si fuera un a represa fisurada que no puede contener el agua que presiona desde el interior, expulsa todo el dolor contenido. Cae de rodillas frente al pozo que contiene los juguetes del Pipo. El pecho se le hace un fuelle. Llora desconsoladamente. En su boca se juntan las lágrimas y los mocos. Mocos que se traga por tener cocaína adherida. Vuelve a fumar, los ojos parecieran que van a estallar como su pecho. Todos los recuerdos destellan por su mente. Pero lo que tiene más presente es su voz en el sueño diciéndole: "Me voy con mi mamá rancho, me voy con mi mamá". Sigue llorando.
    Se recompone. Toma la mochila del Pipo y la tira en el canasto de basura. La bolsa que le queda se la toma de un saque. Sigue mirando al sepulcro simbólico. Fuma y su mirada dice la despedida, que se cuide, que se volverán a ver otra vez. Toma su mochila y se la cruza por el pecho. Mete la mano en el bolsillo, saca un montón de monedas, las mira un  segundo y las vuelve al bolsillo. "Adiós hermano", dice en su pensamiento. Se da vuelta y camina en dirección al Obelisco. Con el la mochila cruzada por su espalda y el los flecos del devil stick que salen de la mochila se aleja del Pipo. Se va a alejando arrojando humo hacia la cúpula oscura de la noche porteña. Se va alejando mientras los títulos empiezan a pasar por la pantalla y empieza a sonar Ciudad de pobres corazones de Fito Páez.



"En esta puta ciudad todo se incendia y se va,
matan a pobres corazones.
En esta sucia ciudad no hay que seguir ni parar,
ciudad de locos corazones.

No quiero salir a fumar,
no quiero salir a la calle con vos.
No quiero empezar a pensar
quién puso la yerba en ese viejo cajón.

Buen día lexotanil,
buen día señora, buen día doctor.
Maldito sea tu amor
tu inmenso reino y tu ansiado dolor.

¿Qué es lo que quieren de mí,
qué es lo que quieren saber?
No me verás arrodillado.

Dicen que ya no soy más yo,
que estoy más loco que ayer,

y matan a pobres corazones."


Fin 






 

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