sábado, 10 de diciembre de 2016

La tercera orilla (reflexiones de un caracol)

   La tercera orilla; orilla del rió misterioso.

   Parado sobre el puente, el agua pareciera no tener fin. En algún punto se funde con el cielo y no se reconocen uno del otro. Aquí, en el puente, el aire que se respira quema mis profundas y tristes entrañas. Nunca respiré tan puro e inocente oxigeno. No recuerdo haber sentido tan ( místicas) singulares percepciones durante el tiempo que el mismo tiempo me arrojó a la vacuidad de esta parte del universo. No me quejo. He conocido lugares peores.


   Y en el cielo vuelan en círculos rectos pájaros multicolores (en cada aleteada los pájaros cambian de color; incluso colores que jamás he visto en esta vida o en las otras. Así que no tiene ningún sentido tratar de recurrir a la gramática para poder acercar una referencia, aunque sea vaga, es imposible). En cada aleteo los pájaros desprenden aromas de cristal azucarado. Uno de estos pequeños aromas cae ante mis pies; y me dice que lo pruebe, que lo deguste. Al levantar el pequeño aroma culpable y llevarlo a mi boca llena de llagas infestadas, veo como este empieza a abrir su boca  de intuiciones mágicas y comienza a fagocitarme sin escrúpulos, lentamente; lentamente como el paseo de un caracol libre de ansiedad.


   ¿Qué es lo que queda de mí luego de vivir este microsegundo eterno sobre la tercera orilla del río? Sé (creo) que al pensar en el paseo de un caracol (este fue mi último pensamiento casi lúcido) quedé absuelto. Esta era la imagen perfecta para el último pensamiento antes de la absolución. Ya no tendré que recurrir mas al lenguaje para comunicarme conmigo mismo, ya que agoté todas las posibilidades gramaticales y antigramaticales.


   No abandonaré, al igual que el caracol, a pasear por las sendas ( esto es, nuevamente, una idea que ni siquiera llega a ser vaguedad, incluso idea o referencia o palabra. Es casi imperceptible esta intención para poder tratar de transmitir algo de lo que siento en la tercera orilla del río) del tercer camino que empieza en la tercera orilla. Si soy un caracol o la baba que de este se desprende al desplazarse, me da lo mismo. Lo único que importa es poder sentir el canto de los pájaros multicolores que vuelan y a la misma vez nadan en el río. Un rió vació y un cielo cargado de nada. Es por esta razón que los pájaros multicolores pueden volar y nadar a la misma vez, ya sea en el río o en el cielo.


   Algo o alguien (no sabría referenciarlo exactamente) me dice (si es que algo pueda decirse o transmitirse) que esto sería un estado de felicidad plena. Pero lo dejo a un lado. No quiero caer preso de una fantasía barata.


   La tercera orilla me sigue y, al detenerme, algo empieza a crecer dentro mio. Abro mi boca y un caracol sale parsimoniosamente  arrastrando consigo mismo a mis intestinos. Quedo tendido sobre la tercera orilla y puedo ver como el caracol se aleja con mis intestinos dejando una estela de sangre sobre el puente. Uno de los pájaros multicolores, suspendido sobre sus aletas, me dice telepáticamente que ese caracol soy yo. Ahora si podré descansar eternamente en la tercera orilla del rió, donde empieza el tercer camino. Ya he cumplido mi propósito.


 

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