jueves, 24 de octubre de 2019

Homero Manzi 
La Perito Moreno
Boedo y Parque Patricios.

Las avenidas del tango 
Y del rock 
Se cruzan en este cuerpo 
Que fatiga 
Calles, barrios 
Tranzas y soledad. 
Duermo en un contenedor 
Afuera de la Maternidad Sardá;
La maternidad que me vió nacer 
Y la que me ve morir.

Un tango de Discepolo 
Es cantado por un cartonero
Que cuenta billetes 
Luego de un día de trabajo.

Aníbal Troilo y
Federico Moura,
Edmundo Rivero y
Luca Prodan,
Goyeneche, Julio Sosa
Y el Indio Solari
Caminan por estos adoquines, junto 
A los mercaderes de la muerte
Con sus bolsas de papuza
Para inhalar o fumar.

Ciudad de gargantas 
Con arena blanca 
Almas consumiéndose 
En las pipas;
Busco Amancio Alcorta 
Para ir a Zabaleta 
Y cargar mi pipa 
Para consumirme. 
El tango que bailamos
El poema que escribimos 
Las noches de excesos 
Y los amores prohibidos.

La sonrisa de la muerte
Me acompaña en cada 
Esquina y en cada maniobra.

Hace mucho tiempo fue el tango 
Ayer el rock 
Y ahora camino las calles 
Buscando versos 
Y vistiendo trajes dignos 
De poetas callejeros.

Déjenme escribir el próximo poema 
Que las noches de dolor 
Fueron muchas.

Quiero llegar a la vejez 
Sintiéndome digno de ella;
Y que en el ocaso de mis días 
Vuelva ese tango que dice: "Después que importa del después 
toda mi vida es el ayer
que me detiene en el pasado.
Eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado 
como un pájaro sin luz."




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