Lluvia de canto rodado naranja.
Lluvia de estrellas fugaces.
Almas en pena destilando penas.
Claroscuro de imágenes que se repiten hasta el hartazgo. Signos de decadencia que no llevan a ninguna parte. Rastros de civilizaciones perdidas; perdidas por la memoria, perdidas por el tiempo, perdidas por un espacio que se resiste a dejar de lado todo aquello para lo que fue dispuesto.
Y sin embargo todo permanece estático: como los monumentos de piedra que congelan el tiempo brindándole eternidad a las formas, a los gestos, a las miradas, a los nombres de hombres que pretenden trascender en el tiempo. Todo es un intento por inmortalizar (eternizar), por detener o engañar o vencer el tiempo. Mientras tanto me mantengo al margen del espectáculo; me siento a disfrutar por todo aquello que fue pretérito o indicativo o subjuntivo.
La comedia sigue su curso y no lo detendré; ni siquiera en sueños.
jueves, 15 de septiembre de 2016
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