lunes, 11 de marzo de 2019

A.T.R ( o La uberización del lenguaje)

    La ola que empezó a levantarme en el 93, y que la cresta alcanzó su punto máximo entre el 99 y el 2005; ya en el 2009 estaba dejándome derrotado en la orilla de un mar de frustraciones. Pero antes debía pasar por la Unidad 44, alcaidía de Batán, para terminar mi tesis filosófica-poética. Era febrero del 2009. Habíamos salido de Buenos Aires en tren con el Yona y Chaqueño con una buena cantidad de porro. La idea era pasar unos días de joda en La feliz. El viaje no tuvo complicaciones. Al llegar a Mar del Plata nos dispusimos a caminar por La Luro rumbo a La Bristol. Mientras nos armábamos un faso para la caminata un pinta nos pidió una seca. El pinta recibió  una seca y ya nunca más se despegaría de nosotros. Pasamos todo el día fumando y escabiando. Pero para el Yona y el Chaqueño si no robaban nada no había diversión. Hubo un par de intentos de escruches en un par de casas, romper una par de vidrios de autos para sacar valores y nada más. Llegó la noche y había que buscar refugio. Encontramos una casa a medio construir por la Martínez de Hoz, cruzando la rotando del puerto. Pasó la noche.
   En la mañana dejamos la casa y nos fuimos para la costa a fumar los mañaneros reglamentarios. Seguramente habremos comido algo y (eso no hace falta tratar de recordarlo) empinamos unas cuantas cervezas. El Chaqueño y el Yona seguían con la manija del afano. No se iban a detener. En una de las playas cerca del Torreón del Monje, entre las piedras, se hizo la luz (u obscuridad). "¡Quieren bardear de enserio!, les digo al resto levantando una tableta de clonazepam que estaba tirada. Una pastilla terminó adentro de la botella y una dosis para cada uno fue lo siguiente. Clonazepam genérica, de 2 miligramos, mezclado con decenas de litros de cerveza y la yerba poderosísima del Bajo Flores le saca la careta a cualquier coragil. Entre el Yona, el Chaqueño y el otro pinta que también quería sacar chapa, no sé cuantos autos reventaron. Empezó a aparecer la plata, más cervezas, mas pastillas en las cervezas, más porros, gente, locura, perdida de la proporción del tiempo y el espacio, quilombos, corridas, creo que peleamos con alguien y, finalmente, el grupo se disolvió. Yo me quedé con el chanta que se nos había pegado en la terminal. Se llamaba Jhonatan y le decíamos Yoni para diferenciarlo del del Yona. Cayó la noche en La feliz. Yo estaba con una bici que no puedo acertar de donde salió. Mi nuevo compañero todavía tenía ganas de seguir bardeando. Fuimos a ver un espectáculo callejero para rastrear algo. Un par de intentos fallidos de abrir mochilas hasta que pinto arrebatar un celular. El Yoni marcó al punto, yo me adelante con la bici, él arrebató, corrió, lo levanté en la bici y salimos disparados por la Peralta Ramos.
   Recuerdo ir bajando por esas avenidas con pendientes, a veces pronunciadas, a veces, vertiginosas, como Jhon Travolta en Pulp Fiction después de darse el pico de heroína. El instinto nos hizo volver al refugio de la noche anterior. Había que descansar para vender los sustraído al otro día y seguir acrecentando el botín. Recuerdo que al llegar a la obra en construcción me desmayé en el acto. Y en el acto desperté con alguien que nos tiraba a matar con ladrillos."¡Chorros, hijos de puta!", los adjetivos calificativos de siempre. Esta persona nos acusaba de algo que, supuestamente, habíamos hecho dormidos. Siguieron los gritos las amenazas, nosotros con carpa empezamos a agarrar nuestras mochilas y ver la manera de tomarnos el palo. El que grita se queda con la bici, yo quería salir volando de ahí. Cuando ganamos la salida empezamos a correr lo más que pudimos hasta que nos cercó una patrullero. Fin de las vacaciones salvajes. Borcegos sobre la cara, escopeta en la espalda dispuesta a tirar al menor movimiento y otra causa penal para el prontuario. La cosa fue así (nos enteramos en la taquería): el que nos tiraba con los ladrillos vivía al lado de la obra en construcción. Alguien (que no fuimos nosotros) le barreteó el portón del garage, armó un bagallo de herramientas,las descarta en el patio de la obra en construcción para rescatarlas al otro día. Esa es la única explicación racional-delincuente que se me ocurre. El tipo se levanta, ve el portón violado, va a la obra y nos encuentra fisurando a nosotros. Para el tipo robado no hay muchas explicaciones. Y esto también es la historia de mi vida: estar en el lugar equivocado, el momento equivocado y con la gente equivocada.
   Los detalles del proceso, la acusación del damnificado, como evité 6 mese de cumplimiento efectivo no los detallaré acá. Todo eso es parte del ensayo ¿Qué es la justicia? Un día antes del  comparendo, recuerdo que era un jueves, y ya estaba todo el pabellón engomado. Serían las 7 de la tarde cuando el servicio penitenciario abrió la celda y arrojó a un chanta con nosotros. Al chabón le dolía  todo, le habían dado duro en la taquería. Lo acusan de un calificado con arma de fuego. Él dice que descartó el fierro y que la causa se cae sola porque no se lo encontraron. Cuenta que son tres los de su banda, que andan en una auto y ( acá es donde aparece la magia) es cuando dice los suyo: "A todo ritmo andamos", agitando la mano derecha (recuérdese, es febrero del 2009). Tal cual como dijo, el boga lo sacó a la hora.
    Hasta acá la anécdota.


    Hace un par de días vi a una chica de la aristocracia bahiense, que trabaja en el senado de la nación, festejar su cumpleaños por las redes. Se ve que los contactos de su familia le permitieron acceder a un cargo público con poco más de 20 años. Lo que me mueve no es el resentimiento social. Lo que necesito para justificar el ensayo es un globo que ella sostenía que formaban las siglas A.T.R (a todo ritmo). La expresión la empecé a escuchar como un débil rumor hace un par de años y recién el año que pasó (2018) se puede decir que se instaló.
   Hoy todo es A.T.R: tomar sol en la pileta, tomar una limonada en un country de Bosque alto, hacer trámites en un día de calor o de frío, sacar a pasear al perro, estar encerrado en una maratón de series todo el fin de semana, el carnaval carioca, el trencito, tomar mate con tostadas, estar depresivo o con un ataque de pánico, mil selfies por segundo , mil tweets por segundo, mi historias en Instagram, preparar un final o un pepper, o el balance de la empresa, corderos al asador, sopas de almejas, pollos al disco, correr, andar en bici, estar sentado sin hacer nada y un millón de cosas sirven para decir que se está A.T.R.
  ¿Qué es ser A.T.R?: es salir de caño todos los días, rastrear bolsos, billeteras; arrastrar jubiladas a la salida del banco, organizar escruches y salideras; partirles las zapatillas a los giles que entran a la villa a comprar droga, a esos mismos giles darles jabón en polvo, veneno para ratas, vidrio molido, harina barata o talco en vez de la droga, volarles la pata de tiro si se retoban o solo por el placer de verles volar la pata, mandarse de entradera a donde pinte (para el aterreista el enemigo sos vos, no el Estado o el gobierno de turno. Recuérdese que los avala la doctrina de Proudom:"El único delito es la propiedad privada". Vos sos el delincuente) y si los ocupantes de la casa se retoban también darles un tiro. Ser aterresita verdadero implica estar reloco todo el día: tomar merca, fumar faso, pasta base, tomarse toda la gama de pastillas psiquiatricas, jalar pegamento nafta o cualquier sustancia volátil como el aguarras, pinturas, esmalte de uñas,  y cualquier cosa que logré marear el cerebro; cojerse putos, putas, travas, bisexuales, tri, c.i.s y todas las combinaciones posibles de todas estas formas de aterresimo.
 

    La empresa que hoy lleva adelante la clase media-burguesa y la baja-aristocracia con su lenguaje inclusivo estaría destinada al fracaso. Un docente que promueve el uso del lenguaje inclusivo en que se puede apoyar para corregir las faltas de ortografía de sus alumnos. ¿Es un lenguaje el lenguaje inclusivo o solo un aliviador de conciencia más del capitalismo? ¿Incluye el lenguaje inclusivo? Es paradójico que los que hablan de inclusión son los que más excluyen a los que no adhieren a este ¿lenguaje? Creo que si retomamos en uso del latín incluimos a la mitad del planeta. El problema es que hay que aprender el idioma y eso es algo que este sujeto C.C.C (contemporáneo-capitalista-cristiano) no quiere hacer: hacer esfuerzos.
   Me interesa la opinión de Borges en este asunto. En la Historia del guerrero y la cautiva está la confirmación de mi sospecha. Esos bárbaros que atravesaron selvas y ciénagas para llegar a Italia, esos bárbaros que no sabían que combatían a los romanos, esos bárbaros que profesaban el arrianismo, esos bárbaros de los dioses de la guerra y del trueno, con sus torpes figuras de madera, envueltas en ropa tejida y recargadas de monedas y ajorcas; esos bárbaros que venían de las selvas inextricables del jabaí y del uro; esos bárbaros blancos, animosos, inocentes, crueles, leales a su capitán y a su tribu, no al universo; esos bárbaros que llegaron a Ravena y vieron algo que jamás habían visto. Ven el día y los cipreses y el mármol. Ven un conjunto múltiple y sin desorden, ven una ciudad, un organismo hecho de estatuas, de templos, de jardines, de habitaciones, de gradas, de jarrones de capiteles, de espacios regulares y abiertos. Esos bárbaros que son tocados por una maquinaria compleja y que adivinaron una inteligencia inmortal; y que les bastó ver solo un arco con una incomprensible inscripción en eternas letras romanas; y que bruscamente quedaron ciegos y renovados con esa revelación. Esos bárbaros conversos que se iluminaron, que no fueron traidores, como Drotulft, que se hicieron italianos, lombardos; esos bárbaros Aldiger que con el paso de las generaciones le dieron el linaje a Dante Alighieri y este a la Divina Comedia: esos bárbaros son los que me interesan.


     La subversión de la gramática y la cultura no parece producirse desde Roma a los margenes, o desde las clases aristocráticas a las populares. El Imperio Romano avanza y absorbe a las tribus  bárbaras. Absorbe su cultura, sus costumbres, sus lenguajes y lo normaliza en su beneficio. Lo mismo está ocurriendo con la expresión A.T.R. Una expresión gestada en los margenes de la sociedad que simboliza esas expresiones que tanto se combaten con fuerzas de seguridad, prejuicios, dispositivos de seguridad y medicaciones psiquiátricas. Una expresión autónoma que se fue ganando lugar en la sociedad sin que nadie lo promueva. Una expresión que dice más sobre los movimientos autárquicos de la lengua y la cultura. Una expresión autónoma que hoy los está incluyendo a casi todos.
     La uberización del lenguaje y lenguaje inclusivo son hermanos siameses. El concepto de uberización encaja perfectamente en el argumento. Sujetos  que reciben en su domicilio sin moverse, todas su necesidades egocéntricas que el mercado les vende a la fuerza. Cambiarle una letra a las palabras y querer incluir a los dos géneros o toda la gama de géneros-mercancia que hoy están disponibles es uberizar el lenguaje por que no propone cambios éticos en el emisor y/o receptor (no olvidar que ética y estética no se deben escindir).
   La uberización ha llegado al lenguaje. En 2029 volveré a este ensayo para ver si el lenguaje inclusivo  ha llegado a las villas, a los penales, a los margenes, a la barbarie. Mientras tanto sigo el desfile de la barbarie.





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