sábado, 3 de junio de 2017


Escribía sobre la lluvia


Sin saber que decir,


Escribía un poema en


Donde la lluvia apareciera


Sin nada decir,


Pero no funcionó.





Escribía versos infinitos


Sobre una hoja manchada


Y pegoteada,


Pero no funcionó.





Esperé al alba en la cocina


Entre masas de pan


Y canciones de Piazzola,


Pensando en la manera


De escribir versos y


En la manera de hacer


Masas.


Quizás, hoy, mi mejor verso


Sea esta masa de pan


De bizcochuelo


O de pizza.


Quizás, hoy, debería


Dejar de lado la escritura


Y dedicarme a hacer una


Buena masa;


Que los versos que no pueda


Escribir


Sigan leudando


Que sigan esperando su punto.





A pesar de todo


Algunas astucias he aprendido


Y así como estoy esperando


El punto justo de Esta masa,


También estoy esperando el




Punto justo de Estos
versos.






  Macedonio Fernández encontró el poema escrito en los cerámicos de un baño de Constitución mientras mantenía relaciones sexuales con otro distinguido escritor. Al otro día, Fernández arrancó los dos cerámicos que contenían el poema con un cortafierros y un maza que llevó hasta el baño en un bolso de viaje. Macedonio reconoció los versos del Poeta en los mugrientos cerámicos; con lo cual se llevó la obra en estado puro para poder subastarla algún día. Macedonio Fernández, ese día, volvió hasta la pensión que alquilaba en Almagro, parando en todas las almacenes, pidiendo cervezas fiadas que garantizaba con abrazos y la prueba de que ganaría mucho dinero con los dos cerámicos que enseñaba a todo el mundo.

   El escritor llegó a la pensión totalmente borracho. Se durmió con los dos cerámicos sonriendo. No sabemos que soñó, lo único que sabemos es que al otro día, aparte de la descomunal resaca, los dos cerámicos no se encontraban en la habitación. 

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