miércoles, 24 de abril de 2019

El cuervo

Una mosca se posa

Sobre mis traducciones de Plutarco

Vidas paralelas me trabaja

En el bar de Julio;

El Mercado Municipal

Es más encantador

Llegando a la noche.



El tiempo se arrastra lánguido

Y sé que debo continuar mi  trabajo

En casa.



Al pagarle a Julio

Las empanadas

Y recibir el vuelto

Escucho: "Nunca más"

Como si fuese un chillido.



Miro alrededor

Los parroquianos

Están en su mundo

O yo estoy en el mio

Y solo yo escuché esa voz

De pajarraco.



Salgo al frío cortante y manto obscuro

Del cielo bahiense

Atravieso la Plaza del Sol

Vuelvo a escuchar: "Nunca más"

Definitivamente es un pájaro.



Me introduzco en la profundidad

De o'Higgins; la voz pajarraco

Me guía por la calle.



En cada vidriera

Entre pensamiento y pensamiento

Escucho: "Nunca más"

Entre cada paso

Entre cada respiración fría.



Mis extremidades son conducidas

Por alguna voluntad;

Y yo sigo escuchando:"Nunca más"



La voluntad, quizás del invierno

Me hace doblar en Italia

Y camino los 100 metros hasta Donado.



Es ahí

En esa esquina

De donde procede el:"Nunca más"



La esquina antigua de grandes ventanas

Y bellas molduras

Sobre la cornisa superior

Se encuentra el cuervo.



No es el cuervo de la Iliada

Ni del Antiguo Testamento

No es el cuervo de los vikingos

O esquimales;

No es el cuervo de las

Torres de Londres;

No es el cuervo de Poe

De Esopo, de Dickens, de Ted Hughes, de Galway

Tampoco el de Frost, Lorca o Pasternak:



Este era un cuervo bien argento.



Y se movía de a un lado a otro

Y decía:"Nunca más"



"Nunca más penas ni olvido

Nunca más el otoño gris

Deshojánose por  lo que nunca

Jamás sucedió

Nunca más una lágrima derramada

En los campos de batalla

O los jardines de infantes

Nunca más los amores

No correspondidos

Nunca más amarse a escondidas"



El cuervo declamaba su poesía

Y de sus palabras de pajarraco

Brotaban imágenes lisérgicas

Que teñían parte del edificio

Y del cielo friogris.



Era el cuervo un poeta

Y de los mejores que conocí.



Yo me senté en la vereda

Y maravillado como niño

Por primera vez en un circo

O en un cinematógrafo

Me quedé a escuchar
Lo que este cuervo tenía

Para contarme.



"Nunca más", continuaba

"Nunca más el exilio

De los poetas

O de las mariposas venusinas

Nunca más el sabor del disco solar

Filtrándose por los huesos

Nunca más mentiras

Nunca más violencia

Nunca más amos jugando al esclavo

O militares jugando al amo

O paramilitares jugando al esclavo

Nunca más brujos decretando políticas

De Estado

Nunca más coleccionistas de corbatas

En la presidencia

O bailarinas de cabaret

Nunca más rodrigazos, cordobasos

Blindajes, corralitos o flanazos

Nunca más"..., el cuervo se movía

Como si estuviera en un opera

Y su público fuera multitudinario.

El cuervo se movía con histrionismo

La esquina de Donado e Italia

Era su escenario.



El cuervo siguió su declamación

Por horas

El efecto narcótico de su poesía

Me embriagó y hasta me quitó el frío

De esa espesa  noche de Julio.



Sus palabras me llevaron

Por áridas mesetas de locura poética.

Creo haber dormido por años

En esa vereda.



En la mañana dos oficiales

Me despertaron

Y me subieron al patrullero.



Mi declaración fue fiel a lo vivido

En la madrugada.



La comisaria segunda solo pudo

Retenerme 12 horas.



Al firmar mi libertad

Me entregaron los cordones

El cinto

Y mis traducciones de Plutarco.



Al salir por Berutti y cruzar Undiano

Escuché: "Nunca más"
















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