viernes, 19 de enero de 2018

Lucila

Fue antes del 84
Antes de que muriera mi abuelo;
En la terraza, jugaba con mi prima
Saltando desde un andamio
A una montaña de arena
Que estaba cerca de
La escalera;
Y parece que siempre fui impulsivo
Ya desde chico no podía
Controlar mis actos. Por eso
Pasé de largo la montaña
De arena y caí por la escalera.
Recuerdo cada golpe en mi cabeza
En cada escalón
Por esa agreste y obscura escalera
Recuerdo el último escalón
El dolor y la sangre.
No sé de donde salió mi tía
Apareció como un ángel
Me cargó en sus brazos y
Me llevo a la salita a que me dieran
Los primeros puntos de mi vida
En la cabeza.

Los años pasaron
Y esa escalera devino
Esa caída devino;
Caigo en la escalera
De la adicción
También obscura
También agreste
También dolorosa
Y sangrienta.

Mi tía me visita en la calle
Ha venido a levantarme
Nuevamente, a llevarme
Para que curen mis heridas.
Vamos a comer a un bar de
Paraguayos en Once,
Los dos pedimos milanesas
A la napolitana con fritas.
Antes de tomar el tren de vuelta
Para Bahía Blanca, me pasa un
Billete y me dice que me compre
Para comer, aunque sabe que no
Voy a comprar comida.

Mi tía murió de cáncer
Se ocupaba de ella
De sus hijos
De sus nietos
Y también se ocupó de mí. Y
Sí alguna vez me pegó una cachetada
O me puteó fue por la impotencia
De no saber como ayudarme.

En su diario que le hacia escribir
Su psicóloga, escrito con la mano
Izquierda, porque el tumor alojado
En la mama derecha había tomado
Parte del brazo y le dificultaba la
Escritura, dice que está contenta
Por mí, por haber vuelto, por haber
Dejado la calle y las drogas;
Por estar construyendo mi casa.

Mi tía fue una de las primeras
Personas que me sostuvo
En este mundo;
Me levantó y me sostuvo
Cuando caí por esa escalera,
Me levantó y me sostuvo
Cuando caí por la obscura
Escalera de la adicción. Parece
Que mi tía siempre estuvo ahí
Para levantarme y sostenerme.

Siempre estuvo ahí: y
Todavía sigue estándolo.








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