La sangre que se irriga
De mis pies a mi cabeza
Es la misma
Que se irriga
Del primer verso
Hasta el último.
La misma sangre
Que desprende mis cicatrices;
La misma que dejé
Secarse sobre los manuscritos
Sobre los mármoles
Sobre las placas de bronce
Y los folios de tribunales.
Mi sangre va dejando banderas
Deja marcas de su paso
Por este Árido desierto
De Lo Real.
La última bandera flamea
Entre cumbres grisáceas
Y cascadas de rumores desconocidos.
Desde aquí me pregunto:
¿Cuándo dejará de
Izar banderas mi sangre?
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