martes, 31 de diciembre de 2019






    Recuerdo el impacto que me produjo La carretilla cuando lo escuché leer a Alberto en el primer Festival de Narrativa. Una literatura potente, simple y de afectación en exceso. Tanta es la afectación que el nudo en mi garganta se me formó esa tarde de noviembre en el patio de La masmédula. Estuve tentado a definir la literatura del Chino como una literatura de los márgenes. Me di cuenta de que eso es basura porque el territorio que explora Alberto es el epicentro de lo que él quiere contar: Borges, Joyce, Paul Auster, son el margen para estos relatos que nos traes el Chino. Y lo que trae el Chino es bueno bueno.
   En Negrito la abuela dice que va a prender fuego la casa. No hace falta porque la casa ya está en llamas. El alcoholismo, la familia, la enfermedad compartida por cada miembro hace de esta pequeña obra maestra el manual de pedagogía para cualquier aspirante en cuestiones de enfermedades del alma. Y Manguello es un gran pedagogo del alma humana. De eso no hay duda. Es un gran narrador que acierta con esta virtud de economizar los recursos para ser lo más certero posible. Porque cuando se escribe se escribe en serio. Y la escritura es algo serio. Basta observar y escuchar.Luego escribir con la precisión del oficio. Esa precisión que es tan difícil trabajar en la literatura.
   En un mundo en donde el Poder mueve y manipula masas a través de su vasallo más fiel, la política; y en donde la política se expresa a través de sus vasallos inmediato: los políticos; con ese lenguaje estéril, carente de mensaje y contenido, encontrarse con la literatura de Alberto Manguello es un bendición entre tanta saturación visual-digital.
  "Una técnica que sirve para escribir deber servir para vivir", dice Fabián Casas. De vez en cuando lo cruzo al Albert cortando el pasto por los barrios. Pienso en sí su tarea diaria, la de cortar el pasto al ras, no se hace presente en su escritura. Mantener el relato al ras, con las palabras justas pero bien afectivas. Creo que ese es el acierto estético que se juega en esta literatura.
   Disfrutar de esta literatura es como estar un domingo en el patio con el pasto bien cortado y a la espera del asado mientras el relato corre sin la menor resistencia porque no le hace falta más nada. Solo de los que escuchan, las bebidas, el humo y la carne asándose y el placer de ver el pasto bien cortado.
   Muchos agradecen haber nacido en la lengua de Vallejo. Yo agradezco leer a Manguello, escucharlo en  los eventos y que pase por casa a tomar mate y hablar de literatura. Muchos se la pasan festejando abstracciones. Yo festejo que estos relatos toquen mis fibras más íntimas y movilicen algo de la humanidad que tengo.
   Si algún día cuentan mi historia, quiero que digan que viví en los días de Alberto Manguello, el cortador de pasto y narrador de historias.
 

No hay comentarios.:

Una navidad diferente

  “Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti” Friedrich Nietzsche        Pasó por la puerta principa...