domingo, 17 de junio de 2018

El sol que entra por el ventanal,
Abraza al sillón
Al mate, a las galletitas
Al dulce, a la manteca;
A estos dos sujetos
Padre e hijo
Que se adoptaron mutuamente.

Silencio entre mate y mate,
Iván de Pineda hace una pregunta
Las mascotas desparramadas
Por el piso
Y la pregunta sería:
¿Es esto un momento perfecto?
¿Un momento de fe perfecta?

Y hay silencio
Compañerismo
Preocupación entre ellos
Porque ya no hay resentimientos
Ya no hay odio
No hay golpes de puño
Entre ellos
Ya no hay dolor.

Él ya no le pide nada
Ya no le reclama nada;
No le reclama que entienda su dolor
No le reclama que entienda
Sobre la desesperación
De tener que empuñar un arma
Para consumir otra dosis;
No le pide que entienda
Lo que es la soledad
O la depresión absoluta
Lo que es tocar fondo
Lo que es el fracaso
Lo que es ser un muerto civil-espiritual.

No le pide que entienda
Lo que es la rendición
Enmendar el daño causado
A la sociedad, la familia
A sí mismo;
Lo que son los despertares espirituales;
No le pide que entienda
Lo que él significa para él
Después de haberlo arrastrado
Muerto en la guardia del hospital;
Lo que significa el día a día
Tenerlo junto a él.

Ya no le pide nada
Porque ya nada hace falta.

Solo el silencio entre
Cada mate
La preocupación amorosa mutua
De dos personas
Que ya no se odian.

El mate sigue dialogando
Entre ellos.

Él contempla la luz
Que desborda por la ventana
Se le hace un nudo en la garganta
Pero en vez de llorar sonríe;
Sabe que esa luz
Es la sonrisa de su madre

Que los cuida a ambos.



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