viernes, 21 de diciembre de 2018

Patroclo

Mi padre llama a Patroclo

Al perro, para que

Venga a comer.



Sus músculos trasportan su

Carne y su nombre

Y  los 10 años

Del asedio a Troya.



En su pelaje de perro

Conviven el catalogo de

Las naves, la muerte de Astianacte

Arrojado desde las

Murallas troyanas,

La cólera de Aquiles, Briseida,

Néstor y  la ambición de Agamenón.

Las desgracias de Priamo,

El honor de Ajax y la hoja afilada

De la espada de Héctor

Con la que se quita la vida.



El perro sigue su camino

Hacia el plato de comida,

Recordando a los melenudos aqueos

A Apolo, el que hiere de lejos,

Al pelida, los escudos y botines,

Los pájaros carroñeando los cuerpos

Los funerales, las monedas en los ojos

La muralla impenetrable

Y el ingenio de Odiseo.



Mi padre enuncia las

Lícitas sílabas griegas

Del nombre del perro,

Pero no sabe toda la carga

Que conlleva el nombre.



El perro tampoco lo sabe.

Él escucha Patroclo, su nombre

Y cuando escucha ese sonido

Sabe que es la hora de comer:

Esa es su única certeza.


















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