miércoles, 23 de enero de 2019

Ángel del Docke

 
"Ángel del Docke, sé que en algún lado te voy a encontrar
Tu cara a veces  brilla en esta oscuridad."
Ángel del Docke, La mancha de Rolando






 Lavo los platos y no puedo dejar de pensar. Esta fecha es la peor de todo el año. Ni navidad, ni años nuevo ni siquiera su cumpleaños. Quisiera borrarme el recuerdo si pudiera. Quisiera no ha
haber estado. Quisiera haber muerto antes. Quisiera que él no hay muerto en mis brazos con un aguja clavada. Desde que desperté que lo estoy recordando. Mi hermano era un héroe. Si habrá sobrevivido a tiros y puñaladas; incluso a ese accidente de auto del que no se sabía si iba a volver a caminar. Pero no. Hace 4 años que no lo tengo conmigo, rancheando en la esquina, yendo a bailar, tomar gilada semanas enteras, cojernos a todas las minas que se nos cruzaban. Ya no está; y sí, a veces pienso en prepararme un buen pico de merca piola y pasar para el otro patio, o tomar la 9 mm y volarme la gorra. El día recién comienza y no sé como voy a hacer para terminarlo sin bardear o irme a comprar una bolsa. Lo único que me detiene son estos 9 meses limpios que tengo, y que no sé como logré estar tanto tiempo sin falopa. Desde ese porro que fumanos con mi hermano cuando tenía 8 años que no paré nunca. No sé si pueda aguantar hoy. Me gustaría poder llegar a una reunión.
    El encargado me dice que deje los platos y vaya a llevar un pedido. Por lo menos voy a salir un rato a caminar y sentir la luz del día. Salgo a la calle. Estoy hirviendo de angustia y dolor. La verdad  que podría tomarme una bolsita para no sentir. Me arrepiento de pensarlo y más rabia me da. Voy apretando los dientes y ya me está doliendo la mandíbula de tanta tensión. Antes de llegar a la dirección me sale al cruce un peruano. "Causa, causa,¿qué andas buscando causa?, ¿altos o bajos?". La cara descolocada que llevo lo apabura al peruano. Lo bardéo. El peruano dice que no pasa nada. Me dice que siga. Lo vuelvo a mirar con cara de 3,8. Llego a la dirección del pedido. Entrego y me voy enseguida para el laburo. No quiero cruzarme a nadie más, y mucho menos a los tranzas.
 


    De la bacha pase a la cocina y ahora estoy haciendo los postres. El repostero se retobó con el encargado y dejó todo en banda. Falta que se vaya el parrillero y ahí sí, colapso definitivamente. Menos mal que sé como sacar los postres. Esta si me las voy a cobrar con mi jefe. Otra vez el recuerdo, otra vez la tortura; otra vez lo estoy teniendo a mi hermano en brazos, muriendo por un pico de merca con ketalar. En estos 9 meses no he dejado de torturarme con ese evento. ¿Por qué no lo lleve al hospital?, ¿por qué no pedí ayuda a los vecinos?, ¿por qué no le corte la mano en la base del dedo pulgar para saber si se estaba deshidratando y para que la presión le baje?, ¿por qué no le di azúcar con agua para reanimarlo?, ¿lo dejé morir?, ¿yo quería que se muriera?. El encargado me grita para que vaya a la caja a cobrar mientras él sale a buscar mercadería. No sé si llegue a la reunión. No sé si llegue a terminar el día sin levantar la primera.


    Termina mi turno. Me cambio y ya tomé la decisión. Estoy temblando, tengo nauseas. Vomito en el baño antes de salir. Paso por el salón y ni siquiera saludo al encargado. Estoy enajenado. Paso por el cajero y saco toda la plata. Que se vaya todo a la mierda. Agarro la avenida y camino sin parar. Estoy traspirando por el calor y la desesperación. Voy a ir a lo del tranza que está pasado el puente. Me enteré por los pibes del barrio que está tirando merca piola el zatrán ese. Si está buena la voy a cocinar. Ya está todo planeado. Tengo arcadas. Quiero vomitar pero no tengo nada en el estómago. Me retuerzo un par de veces. Me recompongo y sigo caminando casi al trote. Se me ocurre tomar un taxi para llegar más rápido pero me siento incapaz de hacer esa maniobra. Algo me dice que tengo ir caminando. Cada vez camino más rápido, cada vez son más las ganas de reventarme la cabeza, de apagarla, de callar sus voces y que no me torture más con sus imágenes y recuerdos. Todavía faltan 10 cuadras para llegar al puente y cinco más para llegar a lo del chanta. Por la calle no andan autos. Voy caminando por el medio de la calle como si eso acortara la distancia. Alguien me grita:"¡Lalo,Lalo!". Me doy vuelta, no sé quien es. Sigo caminando por el medio de la calle. "Aguanta Lalo, ¿a dónde vas así?". "Voy a levantar la primera loco",le digo sin  siquiera mirarlo. ¡¿"Qué es eso Lalo?!, esperame, no te acordás de mí". "Me voy a drogar loco", y por primera vez lo miro bien. Se me acerca. "En serio no te acordás de mí, soy el hermano del Chavi". Lo único que me hace bajar es el nombre del Chavi. El Chavi es uno de los personajes legendarios del barrio. Ahora está en cana y tiene para un par de años más. De este guacho no me acuerdo. Bah, de tantas cosas no me acuerdo. Tengo años en blanco. El pibe me dice que baje. Se debe notar que estoy desencajado. Me dice de tomar un remis para llegar al barrio. Pobre pibe, me quiere ayudar y yo solo quiero tomarme medio kilo de falopa. Le hago caso, cuando llegue a lo del tranza me bajo. Vamos hasta una agencia de remises. El pibe es cliente de ahí. Yo me quedo afuera para que no se persigan. Subimos al auto. Por un momento pienso que el pibe es puto y me quiere levantar. Estoy pensando giladas. El pibe me dice que sabe que estoy haciendo un tratamiento. "No bardees Lalo". Habla y habla y yo estoy en otra. Me vuelve a preguntar si me acuerdo de él. Le digo que no. " No te acordás esa vez que el Edu estaba reloco y me estaba verdugueando y me pegó un par de cachetadas, y vos le dijiste que a los pibitos no había que verduguearlos porque crecían resentidos después. Capáz que no te acordás porque yo era chico y vos siempre andabas reloco. Pero me defendiste, le diste un par de viajes al Edu y lo echaste. Yo me acuerdo de eso Lalo. No me lo voy a olvidar nunca". Recordé toda la secuencia, toda la noche incluso. No sé como pasó, que me acordara de toda esa noche con total lucidez. Es verdad, el pibe era chico. Pasan los años y no me estoy dando cuenta. Me rescato que hace un rato estaba yendo a buscar falopa y ahora estoy en un taxi con este pibe que es re sano y me quiere ayudar a llegar a mi casa. Pienso en el "por qué" de todo esto mientras lo escucho al pibe. Recuerdo las experiencias que escucho en las reuniones que hablan de Dios, de un Poder superior, la Voluntad de un poder superior y un montón de cosas en las que no creo. Yo no creo en nada. El pibe sigue hablando, le pregunta algo al remisero, conversan entre ellos y yo me siento aliviado.
     Pasamos el puente, pasamos por lo del tranza, estamos llegando al barrio y la manija ya se me pasó. Me siento bien. Es extraño. Pienso en que mañana voy a poder ir a laburar, que no voy a tener que mentirle a mi mujer por la plata, que no voy a andar de joda semanas y semanas sin parar, que no voy a caer en cana y todo eso a lo que estoy acostumbrado.
   El remis frena en la puerta de mi casa, el pibe vive a dos cuadras más allá. Le quiero dejar algo de plata pero el pibe dice que no, que lo paga él. "Todo bien con vos Lalo, anda a tu casa a descansar. Nos vemos loco". Cierro la puerta del auto  y me quedo parado en la vereda mirándolo. El pibe baja la ventanilla:"Viste que los pibitos crecen", dice mientras el remis se aleja.
   Meto las llaves en la puerta. Quiero entrar y abrazar a mi mujer y a mi hija. Quiero cenar con ellas, mirar la televisión, descansar y mañana ir a laburar otra vez. Todo esto lo pienso mientras giro la llave. La puerta se abre y antes de entrar miro por donde se perdió el remis:"¿Quién me mandó a este pibe?".




 

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