martes, 1 de enero de 2019

    El padre de Emiliano vuela, Emilo Osvaldo Vuela, lector avezado; avezado en libros y en la vida, al leer Parresía, conecta el poema Padre Carlos Mujica (un poema que habla de cirujerar, de juntar cartón en la calle) con un dicho de Napoleón Bonaparte que dice que la corona de Francia, en su momento estaba tirada en el piso y alguien tenía que levantarla. El poema dice lo mismo: la plata está tirada en la calle, solo hay que salir a levantarla.

   Así fue escrita Parresía: una construcción colectiva. Desde las calles mugrientas de Retiro a una referencia a Napoleón, la ansiedad por textos y poetas mayores, menores, cultos, vagabundos o apócrifos; todo sirvió para darle forma (aparente) a este texto que de a poco se va desprendiendo de mí.

   Recuerda Diego Rosake, en esa ansiedad por textos, el encuentro en la Feria de libros y vinilos donde me recuerda con una barba violeta(¿o era azul?) comprando un libro de Séneca. Luego vendría La masmédula en la Galeria Americana, más libros, más referencias, más ideas, más charlas, más fiebre arrasando el verso, buscando la versura. Textos desparramados, escritos en casi todos los cafés de la ciudad, tocando casi todos los rincones de mi memoria, capitalizando experiencias que en su momento nunca creí que pudieran ser material para la escritura. Yo había entrado a la literatura a través de Borges y Sabato. ¿Qué puedo aportarle a la literatura a la sombra de estos grandes? Había que ir al encuentro; como cuando caminaba las calles y los semáforos buscando lo que es mío. Libros de artistas locales, talleres, recitales y mi voz buscando su propia identidad, ¿o la del Reybufón?, ¿o la del Poeta?

   "¿Se puede ser adicto a la poesía?", se pregunta Washigton Cucurto en un poema. No lo sé. Sé que el material de la poesía esta ahí, como el cartón, como la corona de Francia, como la tierra para hacer el barro de mi horno, como la leña secándose, como la cabeza de bufón que está en la portada del libro; cabeza que estaba tirada en el basural que está en frente del hipódromo.

   El año se va cerrando. Lecturas, espacios, amigos y amigas, emociones de las más diversas de todas las voces que pueblan la actividad literaria de la ciudad. Ya no concibo una vida si leer o escribir (¿no será lo mismo?). Lleve a mi padre a la previa del Festival Latinoamericano de poesía para que escuchara lo que hacemos con los pibes de Birra y letra. Mientras leía no me detuve a mirarlo. Cuando Oxi leyó Oda a Emiliano lo vi sonreír y disfrutar del poema. No necesito más nada. Ahora él lo recuerda al Oxi por el poema a Emiliano. Esas cosas hace la poesía.

   Agustín Hernandorena se pregunta si va a haber más tomos de Parresía: la idea es que sí. "Si me preguntan diré todo aquello que mi garganta anestesiada no pudo decir por años". Sigue habiendo material. "La poesía es el exceso del lenguaje", es una de las tantas definiciones a las que llegamos con el doctor Rosake; y exceso con todas sus acepciones.

  Y ahora, en esta soledad que me acompaña, y en la que comprendo que he tomado parte de cada persona para esta literatura me pregunto:



                 ¿Cómo voy a expresar mi gratitud?





P.D 1: el gorro de arlequín lo tengo hace mas de 12 años.

P.D 2: en la presentación estaba vestido casi igual como en una foto que me sacó el Chaqueño en la 9 de julio haciendo malabares. Si hubiera estado descalzo la coincidencia sería casi perfecta.

P.D 3: ¿Se puede estar más cómodo en una presentación tomando mate con el presentador en ese voluptuoso patio que tiene La masmédula libros? No.







































 

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